lunes, 7 de octubre de 2013

I can't get no sanifaxion

Les voy a pedir que tecleen en Google "Sanifax" (sin las comillas, as usual). ¿Ve lo que encuentra?

Ningún acceso directo a un medio periodístico ni a ningún sitio web que se llame Sanifax, solo algunas referencias directas de terceros.


Teclee en la barra de direcciones de su navegador "www.sanifax.com" o "www.sanifax.org". Tendrá esto que ve aquí arriba a la derecha:

¿Y si el dominio no es puntocom, sino puntoes, como el del correo? Tecleemos, pues, "www.sanifax.es". ¿Qué encontramos? Esto:


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Trabajé como alto cargo (director general) de la Consejería de Salud de la Comunidad de Madrid durante un breve período de tiempo (hasta que, en 1996, llegué a mi óptimo nivel de incompetencia y decidí hacer un bien al contribuyente poniéndome a trabajar por mi cuenta y pidiendo la excedencia como funcionario), período durante el cual aprendí muchas cosas. De estas muchas, algunas me las callaré para siempre, especialmente las que tienen que ver con algunos queridos compañeros, gracias a los cuales entendí la mucha razón que tenía el Pío Cabanillas de la UCD cuando decía eso de cuerpo a tierra, que vienen los nuestros.

Pero, a lo que iba, lo que más me impactó fue el increíble poder que tenían, desplegaban y exhibían tres o cuatro personajes que se presentaban como periodistas y a cuyo servicio prioritario parecía estar el gabinete de prensa (entonces aún no había dircoms, solo jefes de prensa, ¡qué poco glamour!) de la Consejería y, por añadidura y a través de este, toda la Consejería, funcionarios incluidos.

Nunca entendí del todo por qué esos tipos tenían tan acojonados a mis jefes (y a mí por extensión parasimpática). En especial, el tal Miguel Ángel Martín que figura como director de Sanifax, que enganchado a un simple fax distribuiba sus libelos contra todo el que no era de su cuerda o, por el contrario, elogiaba y promovía sin medida a quienes sí lo fueran. Ser de su cuerda significaba... lo que fuera, nunca lo supe aunque entonces me lo imaginaba perfectamente. Todo... ¡desde un puto fax! Ni siquiera tenía un peródico, una radio o una agencia de noticias, como otros gallos de corral.

Y lo más divertido, rayando con lo genial (tengo que reconocerlo), es que sus faxes solo los leían quienes estaban suscritos, que eran los altos cargos del Ministerio y de las Consejerías de Salud, los gerentes de los hospitales y las áreas de salud y los barandas colegiales, más los staffs directivos de las empresas privadas del sector, supongo...

Suscribirse al cutrefax, además, costaba un congo. Un congo que pagaban ávidos los barandas del sector salud, los de medio pelo y los de pelo entero (eso sí, siempre a costa del contribuyente), total , para saber si se decía algo de ellos y para saber qué se decía de los demás. Si entraban en las quinielas sucesorias o les quedaban dos telediarios. Por su estilo periodístico, que no por sus opciones y servidumbres, Sanifax era más parecido a Diez Minutos que a Delirio Médico. Cotilleos interesadamente filtrados, porque lo más aberrante es que esta gente tenía un acceso más inmediato y privilegiado a todos los barandas que sus propios colaboradores.

Martín pertenece a esa clase de periodistas inteligentes que conocen muy bien el lado oscuro del alma humana, pero en vez de denunciar sus miserias, como hacen los periodistas grandes, las aprovecha en beneficio propio, como hacen los mercaderes de egos. Nada ilegal y, si se me apura, nada ilícito.

Hoy en día, hablo de casi 20 años después, el modelo de negocio de Sanifax sigue siendo básicamente el mismo, aunque se ha extendido decididamente hacia el sector privado, especialmente esas aseguradores que usted y yo sabemos:
Son suscripciones para recibir un cutre correo electrónico, si no te suscribes, puedes recibir noticias en tu contra. Ese modelo de negocio es todavía más barato, y lo más seguro que te den hasta premios.
Un premio, al parecer el primero de su vida, es con lo que le distinguió el Presidente del Colegio de Farmacéuticos de Madrid, ilustrísimo señor D. Alberto García Romero, quien, refiriéndose a Martín, resaltaba que "constituye un nítido cronista diario de la información sanitaria (...) que se ha hecho un hueco entre los profesionales sanitarios centrándose en dos grandes bloques: la información y el documental (...) No editorializa y es un lobo viejo del periodismo que tiene como objetivo la primicia." Y finalizaba, para completar sus méritos, recordando "que entre sus colaboradores cuenta con el magnífico periodista Antonio Mingarro."

Pues sí, porque si La Razón tiene su Paco Marhuenda y Canal 13TV, su M.A.Rodríguez, Sanifax tiene su Antonio Mingarro: gente lista, sin vergüenza (no es un juego de palabras, señor juez) ni excesivo decoro, plenamente consciente de dónde está el dinero fácil si no se tienen demasiados escrúpulos, a la que no le importa aparecer como chicos de los recados del poder a cambio de que les dejen quedarse con las vueltas.

Mingarro ejerce desde hace tiempo como cronista oficial de il Dottore González Jurado, máximo representante de la enfermería española; le sigue a todas partes, grabadora y fotógrafo en ristre y deja unas crónicas tan hiperbólicas sobre las excelsas cualidades del susobicho que causan más sonrojo aún, que indignación (eso sí, gracias a fotorreportajes como este, sin ir más lejos, hemos podido ponerle rostro a algunos cortesanos que pululan por el Consejo, empezando por el hermanísimo Julio, que ejerce, entre otros mandaos, como secretario del Patronato de las Fundaciones Salud y Sociedad y Enfermería Hábitat. Pero ese ese es tema para otra entrada).

Hace unos pocos días, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid (tribunal, por cierto, que trae tanta dicha a il Dottore tras los varapalos del Tribunal Supremo, como su homónimo de Valencia a los populares Camps, Costa, Barberá & Cía), ratificó una sentencia previa (permítanme que resuma mucho y me salte los enlaces para no aburrir) en la que el Tribunal reconocía que, como una hormiguita, tacita a tacita, el podólogo y profesor universitario González Jurado había conseguido reunir los 15 años de práctica profesional como enfermera que los Estatutos del Consejo exigen como experiencia mínima a su presidente. Algo a lo que el Supremo negó validez en su momento y que probablemente vuelva a hacer cuando se resuelvan, eso sí dentro de unos añitos, los recursos de casación de los Colegios valencianos (que fueron los demandantes).

A Mingarro se le soltó la faja al conocer la buena nueva y corrió a pregonarla, no como un periodista que da una noticia, sino como solo puede hacer alguien que esté a sueldo de El Figura del Día. Para que vean que no exagero, pinchen para ampliar:


Y es que, claro, Mingarro está a sueldo de il Dottore. ¿Que cómo puedo hacer esta afirmación que, de no ser cierta, me llevaría directamente a los tribunales con los que ya se me ha amenazado anteriormente para que no siga por estas peligrosas y tortuosas sendas?

Porque es él quien lo dice: vean el perfil de Linkedin de Mingarro (7 de octubre de 2013):


Según nos informa él mismo, trabaja actualmente para tres empresas: la ya mentada Sanifax, la revista Dinero y Salud (donde efectivamente aparece entre su staff)... y el Consejo General de Enfermería.

Las preguntas son para il Dottore, naturalmente (los periodistas no son cargos públicos electos, allá su conciencia), aunque si lo prefiere puede delegar la contestación en su dircom, que tiene más facilidad de palabra:

  • ¿Tiene el Consejo General de Enfermería periodistas en nómina, directa o indirectamente (al margen, naturalmente, de los de su Departamento de Comunicación)?
  • ¿Tiene algún contrato específico con medios de comunicación en los que el abono de una abultada suscripción corporativa anual se incluya un trato de favor a la institución y a su persona por parte de sus profesionales?
  • En concreto: ¿qué coste le supone a los colegiados, vía aportaciones de los Colegios provinciales al Consejo, la suscripción corporativa a Sanifax que este pone a disposición de todos los colegios (amigos)? O sea, ¿cuánta pasta de sus esforzadas cuotas le pagan las enfermeras a Martín y Mingarro? Y, sobre todo, ¿a cambio de qué, que sea necesario y útil para la enfermería de este País?
  • ¿Administra el Consejo fondos de reptiles para pagar favores a periodistas?
  • Y ya puestos, aprovechando este franco monólogo, ¿cuándo va a publicar el Consejo en su web y con acceso público la Memoria Anual (incluyendo el Informe anual de gestión económica, "especificando las retribuciones de los miembros de la Junta de Gobierno en razón de su cargo"), como está obligado desde 2010 por la ley de Colegios Profesionales, pero que nunca ha publicado?
La semana que viene hablaremos del Gobierno...

1 comentario:

  1. bueno... la independencia de este medio y otros especializados sanitarios está mas que clara, o eres de "su cuerda" o te censuran, o si lo dice el "rey" tambien te censuran, para eso pagan
    la suerte es que como bien dices, esto lo leen 4 gatos, por lo tanto opinion publica no hacen,autobombo si.
    el problema como bien señalas, donde va a parar el dinero de las enfermeras, está claro... a pagar basura

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