miércoles, 13 de enero de 2016

Cuarteto 954: (2½) Fallen


Gracias por su interés. Por si no las leyó, las dos entradas anteriores del Cuarteto están aquí:


La vida es eso que te va pasando mientras tú te empeñas en hacer otros planes es una frase atribuida a John Lennon que en este caso viene perfecta: lo que está pasando me aconseja cambiar la programación de las dos entradas pendientes de este Cuarteto 954, tras la espléndida acogida (¡gracias!) a las dos anteriores, Cuando despertaron y Mundo de cosas. Trataré de ser todo lo breve que (me) sea posible.


Las dos organizaciones que componen la Mesa Estatal de la Profesión de Enfermería, Consejo General de Enfermería y Sindicato de Enfermería-Satse, tras unos días de merecido descanso navideño (nuestro, me refiero) vuelven a la carga contra el Real Decreto 954/2015, con una intensa y dura campaña (especialmente por parte de Satse en lo icónico y en las redes sociales). Muy dura, tanto que el personal, excepto los acólitos que siempre jalean y piden más sangre, está alucinando en colores.

Como pasa con todo en la vida, para entender qué hacen y cómo lo están haciendo es fundamental identificar bien por qué lo hacen; y para ello, conocer y entender el contexto histórico recientees esencial.

Les propongo hacer memoria y tratar de revivir empáticamente (¡nosotros sí sabemos!) la inmensa humillación a la que se está sometiendo a la Mesa de la Profesión desde el Ministerio de Sanidad, y muy especialmente por parte del ministro Alonso. Pero todo empezó cuando su antecesora en el Ministerio del Tiempo, Anita Mato, les llevó de la mano al porche del Palacio de la Moncloa en el tórrido verano de 2013, junto a la Mesa de la Profesión Médica, para salvar la cara a un Mariano Rajoy que el día siguiente debía comparecer en sesión extraordinaria ante el Congreso de los Diputados para dar explicaciones sobre sobres... y sobre sé-fuerte-luis, indemnizaciones-simuladas-en-diferido, obras-pagadas-en-B-en-Génova, nada-de-eso-que-usté-me-dice-es-cierto-excepto-alguna-cosa, etc.

El señuelo era firmar sendos acuerdos con las mesas profesionales de médicos y enfermeros. En el caso de enfermería, que es el que ahora nos compete, no se trataba de un acuerdo cualquiera, sino de un acuerdo "histórico" que contemplaba...


"compromisos tan relevantes como la profesionalización de la gestión clínica en base a méritos, conocimientos y competencias; el desarrollo definitivo tanto de las especialidades como de la prescripción enfermera, la gestión optima de los recursos humanos en base a las necesidades de los pacientes (...) fomento de políticas activas de promoción de empleo enfermero en nuevos ámbitos de actuación; las bases para el desarrollo conjunto del futuro Registro Estatal de Profesiones Sanitarias, y el compromiso de implantar en toda España la Directiva Europea 2010/32/UE, de 10 de mayo, del Consejo Europeo, por la que los países comunitarios están obligados al establecimiento de medidas de bioseguridad que minimicen la exposición a enfermedades de transmisión sérica"
El único punto que se ha cumplido ha sido este último... y sabe Dios que bien, ya que se aprobó exactamente el mismo día de la foto en La Moncloa (por cierto, no por parte del Ministerio de Sanidad, sino por el de Trabajo). Claro que había una directiva europea ya incumplida en los plazos, que apremiaba.

Y pasó el tiempo, hasta que Gürtel se llevó por delante a la ministra, que fue sucedida por Alfonso Alonso, hombre de la máxima confianza de Rajoy.

AL cabo de unas semanas de llegar al Ministerio, en diciembre de 2014, Alonso se reunió con la Mesa. Confidencia por confidencia, el ministro les confió que "no entendía muy bien porque no se ha[bía] desarrollado el pacto todavía" y los interlocutores le respondieron "con toda la educación del mundo, pero también con toda la crudeza porque llevamos un año y medio de retraso y ya no caben más retrasos". Dicho y hecho (pero aún tendrían que transcurrir casi tres meses más): el Ministerio envió un borrador de real decreto al Consejo Interterritorial (marzo 2015), que lo aprobó por aclamación popular, y luego al Consejo de Estado para el preceptivo informe, quien también lo aprobó finalizando julio de 2015.

A la vuelta del verano, el Ministro anuncia que, una vez cumplidos los trámites de rigor, el decreto será enviado al Consejo de Ministros para su inminente aprobación... pero cada jueves, tras celebrarse el miércoles el consejillo de Subsecretarios, la prensa sanitaria lo tiene fácil para titular la información: "La prescripción enfermera tampoco se aprobará este viernes".

Así, dos meses, debido a "problemas técnicos formales" encontrados por los subsecretarios... pero que en realidad escondían unas negociaciones secretas con la Organización Médica Colegial, quien sin levantar la voz, sin proferir amenazas ni insultos, sin apoyo siquiera de la jurisprudencia (el Tribunal Supremo había refrendado en mayo de 2013, frente al recurso de la OMC, la capacidad prescriptora de personal sanitario distinto de los médicos), demostró que cabildear es un verbo que se conjuga mejor con discreción, con estrategia y con prestigio, que con alharacas, improvisación y fondos de reptiles.


Para entender la reacción actual del Consejo General y el Sindicato Satse es fundamental recordar que una condición que impuso el Ministerio para acceder a firmar los Acuerdos fue que el Consejo General sumara al mismo a otras organizaciones, al igual que ya había hecho dos años antes la Organización Médica Colegial.

Ello forzó a Máximo González y Víctor Aznar a retomar, siquiera simular públicamente, las relaciones personales y políticas −pero sobre todo personales− que habían roto 22 años antes, en 1991, y que desde entonces se habían caracterizado por el odio visceral, el rencor y el mutuo desprecio. De hecho, la Mesa Estatal de la Profesión Enfermera se creó exactamente mes y medio antes de la firma de los acuerdos. Ad hoc.

Ese apretón público de manos tuvo que ser uno de los peores tragos de todas sus vidas y desde luego supuso un enorme sacrificio personal para ambos, especialmente para Máximo González creo, cuya personalidad y condiciones son ya bien conocidas y publicitadas. Si lo hicieron, vamos a concedérselo, fue porque se trataba de unos contenidos importantes para la enfermería en los que ellos, cada uno en su casa y Dios en la de todos, no habían conseguido avanzar ni un poquito en 20 años. Porque ese era el tiempo que algunos desarrollos llevaban negociándose. Alguno (especialidades), casi 30. Y también, por qué negarlo, porque existían ciertos intereses comunes relacionados con cursos de formación prescriptora, acreditación de profesionales, etc. Pero eso sin duda eran bagatelas, para nada el leit motiv principal, que era el desarrollo de la profesión.

Que luego no solo no se desarrollara ni un solo aspecto de los acordados; que finalmente el único avance sobre el que parecía haber acuerdo y donde se habían dado pasos que auguraban un buen desenlace se truncara entre una enorme risotada de los enemigos que se habían ido creando, dejando en un ridículo postentoso a los negociadores y amenazando de hecho, porque es así, unos inveterados e incuestionados liderazgos internos que descansan (¿descansaban?) en su condición de superhéroes; que además la escenografía, la música y el libreto hubieran sido tan deliberadamente crueles y agónicos es algo que ni Máximo González ni Víctor Aznar podrán olvidar el resto de sus días.

Yo les pregunto a cada uno de ustedes: ¿cómo estarían viviendo una situación semejante? Pues imagínense dos personas que siempre se creyeron el puto amo del mundo y acaban de descubrir que son como los demás mortales. Esto es objetivamente peligroso para la profesión a la que de momento siguen representando y a la que consciente o inconscientemente parece que tratan de dirigir al precipicio para despeñarse juntos. Porque ellos, como quizás usted o yo también haríamos en su posición, en en este momento sólo están pensando en buscar venganza.

Este es el contexto de la situación actual tratando de meterse en el pellejo de algunos de sus principales protagonistas, tal como yo lo percibo. Saquen ustedes mismos las conclusiones (y pautas de actuación).



Puede acceder a la siguiente entrada del Cuarteto siguiendo este enlace: (3) Yo pregunto a los presentes

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