Estos amables protestantes deberían saber, en primer lugar, que si el otro dato calculado que me atrevía a poner sobre la mesa volviendo a cuestionar las estadísticas oficiales (que ni de coña existen en España las 275.000 enfermeras potencialmente activas que se deducen de las estadísticas de enfermeras colegiadas corregidas, sino que serían más bien entre 205.000 y 225.000) lo hubiera aceptado sin más, la tasa de desempleo no estaría en torno a ese 7%, sino más bien a un aún más ultrajante 5,8% (ya que aumentaría mucho el divisor).
He examinado con atención, por otro lado, el informe que acaba de publicar el Consejo de Colegios de Enfermería de la Comunidad Valenciana [CECOVA], titulado Evolución del desempleo en la profesión enfermera de la Comunidad Valenciana, período 2010-2013, en el que utilizan la misma fuente que en mi entrada, es decir, la Información mensual de mercado de trabajo de personas tituladas que publica el Servicio Público de Empleo Estatal [SPEE], de manera consorciada con los servicios públicos de empleo autonómicos a través del Sistema de Información de los Servicios Públicos de Empleo [SISPE]. O sea, la única que realmente existe, porque la Encuesta de Población Activa del Instituto Nacional de Estadística no desagrega la información hasta el epígrafe 212, Profesionales de Enfermería y Partería.
Viene esto a cuento de una observación que he realizado a los editores del estudio acerca de la diferencia que realizaa el SPEE entre demandantes de empleo y parados. La metodología Sispe supone, entre otras operativas, una depuración mensual de todos los inscritos como demandantes de empleo en los servicios públicos de empleo autonómicos para conocer cuáles son, en realidad, parados. Y, la verdad, resulta difícil de creer que las 18.852 enfermeras demandantes de empleo que había inscritas en mayo de 2014 (último mes para el que el SPEE se proporciona datos hasta la fecha) se conviertan en 12.578 enfermeras paradas. Una depuración puramente técnico-estadística no parece razonable que explique esa extraordinaria diferencia de 6.274 personas (un 33%) que estarían incurriendo en una serie de supuestos muy extraños o ajenos al perfil laboral de las enfermeras: (este documento de los profesores Toharia y Malo explica de manera bastante claro los detalles y efectos de la metodología Sispe implantada en 1995).
Por no caer en la tentación de pensar que la famosa metodología Sispe se trata en realidad de una conspiración fraudulenta de los servicios públicos de empleo para cocinar y maquillar las cifras de parados (algo que en esta época tan anómica que nos está tocando vivir no descarto metafísicamente en absoluto), lo lógico es pensar que entre las diferentes depuraciones que se realizan (demandantes ocupados, sin disponibilidad inmediata para incorporarse, que solicitan un empleo de características muy específicas, eventuales agrarios o que rechacen una acción de inserción laboral), sea la primera la que pueda explicar tan notables diferencias.
Explica el documento que hemos citado más arriba que las bases de datos de los servicios de empleo son cruzadas hasta tres veces al mes con las de afiliados de la Seguridad Social. Cuando, a lo largo del mes, con ciertas condiciones y períodos de carencia arbitrariamente definidos, se encuentran demandantes de empleo (teóricos parados) que constan de alta como afiliados por cuenta ajena en ls SS, pasan a engrosar la categoría de demandantes ocupados, por lo que son dados de baja como demandantes parados. Y esto, en un medio laboral tan precario como el sanitario, en el que se firman mensualmente miles y miles de efímeros contratos, de apenas unos días o semanas, y finalizan otros tantos (lo que significa un flujo inmenso de altas y bajas en la SS que son notificadas con mayor o menor diligencias por los empleadores públicos y privados), seguramente expulsa mensualmente de las listas del paro registrado a miles de enfermeras.
¿La conclusión? Esquizoide:
- Por un lado, sabemos que muchas enfermeras que constan como demandantes de empleo (es decir, que están apuntadas al paro, como se dice coloquialmente), son eliminadas, hasta cierto (¿cuál?) punto de manera arbitraria, del registro.
- Pero no sabemos cuántas son, ni las razones técnico-estadísticas concretas para poder preguntar por esas situaciones en nuestras encuestas.
- Parece absurdo que hasta 6.000 de las 18.000 enfermeras demandantes de empleo, teóricas paradas, puedan ser eliminadas cada mes del registro.
- Por tanto, sabemos que las enfermeras realmente paradas no son tan pocas como nos dice el epígrafe parados del SPEE, pero tampoco tantas como nos dice el epígrafe demandantes de empleo (porque habrá muchas que sí estén eliminadas correctamente).
- Y no tenemos, ni razonablemente podemos tener, ni la más remota idea de si el dato se acerca más a las 12.000 que a las 18.000.
- ¿Es razonable en esa tesitura adherirse a las cifras oficiales, aunque sea -como hacemos nosotros- para corregislas al alza?
O sea, ¿podemos realmente cuantificar el problema del desempleo de las enfermeras españolas? Sí: como hace el Instituto Nacional de Estadística con la Encuesta de Población Activa, preguntando a la gente acerca de su situación laboral. Y eso es lo que hicimos en mayo-junio de esta año, una encuesta (sobre sus capacidades y limitaciones, ver la entrada 'Cocinando' la encuesta donde se debate el tema y se explican las medidas técnico-estadísticas de limitación de sesgos muestrales)
UN PANORAMA GENERAL: En la entrada del blog, del 23 de julio (La forma más extrema de precariedad, el desempleo) presentamos, a partir de los resultados de nuestra encuesta, una panorámica sobre las enfermeras y enfermeros desempleados durante la semana del 5 a 11 de mayo de 2014.
Fíjense en algo que probablemente no hayan considerado: si hubiéramos tomado la semana anterior, o la siguiente, algunos de quienes en nuestra foto-fija se declaraban desempleados se encontrarían sin duda entre los (precariamente) empleados y viceversa. O, por ejemplo, si el estudio lo hubiéramos realizado en julio, entre los miles -decrecientes cada temporada, pero miles- de enfermeras contratadas para las "sustituciones de verano" (en el lado positivo para el empleo) y los miles de nuevas enfermerras egresadas de las escuelas/facultades de enfermería (en el lado positivo para el desempleo), el escenario hubiera sido mareantemente diferente. (Por eso, me apresuro a alegar, el estudio se hizo a principios de mayo, un mes muy neutral a efectos estacionales).
El problema de fondo es que el empleo (y por tanto el desempleo) no es, en términos demográficos, un stock, sino un flujo y este es uno de los grandes problemas metodológicos y operativos que encontramos los demógrafos para dar un simple dato que refleje el fenómeno social del paro.
Para solventar el problema de manera entendible, pero técnicamente rigurosa, es preciso convertir el flujo en stock y para ello la única manera es realizar un corte en un momento determinado y realizar una contabilización de situaciones personales.
Hace 15 años realicé como consultor externo un estudio para el Sindicato de Enfermería-Satse que fue publicado bajo el título Análisis del empleo en enfermería. Situación actual y estudio de necesidades. No consta en sus archivos públicos (ni en los míos privados; o al menos no lo encuentro), pero conservo una copia en papel. En aquel documento, que creo que era conceptualmente serio, técnicamente solvente (a pesar de que las fuentes primarias de datos eran aún más rudimentarias que las de hoy) y, sobre todo, independiente, diferenciaba dos conceptos estadísticos fundamentales para explicar los problemas de empleo que afectaban entonces como hoy a los profesionales de enfermería:
- Situación de desempleo en un momento dado: es la probabilidad que tiene una enfermera de encontrarse desempleada en un momento determinado. En nuestro caso, la semana del 5 al 11 de mayo de 2014.
- Situación de desempleo en cualquier momento del año: es la probabilidad que tiene una enfermera de encontrarse desempleada en algún momento del año.
¿Por qué tomamos el año como base para nuestra descripción? Un año, un mes, un día... son convenciones estadísticas arbitrarias, pero hechas bastante a la medida de las notaciones culturales consolidadas; y a efectos del análisis del empleo enfermero, que tiene una conducta extraordinariamente cíclica (con uno grande y dos pequeños períodos vacacionales que demandan un número muy significativo de contrataciones adicionales), un año es un ciclo muy adecuado.
A efectos de este cálculo cíclico, tenemos dos colectivos bien diferenciados:
- Enfermeras que han estado con un contrato (o nombramiento) todo el año.
- Enfermeras que NO han estado con un contrato (o nombramiento) todo el año, incluidas las que no han trabajado ni un día.
SITUACIÓN DE EMPLEO EN UN MOMENTO DADO:
En nuestra base de datos [BD] encontramos 1.882 encuestas en las que tenemos información sobre el tiempo trabajado durante los últimos 12 meses. Esta será nuestra base de cálculo como universo estadístico.
En nuestra base de datos de encuestas tenemos 1.242 enfermeras (y enfermeros) que trabajaron todo el año (871 fijos y 371 no fijos) y 640 que no trabajaron todo el año (259 no fijos y 381 desmpleados).
El tiempo medio que han trabajado en todo el año estos 640 efectivos es de 4,34 meses, lo que equivale a un 36,2% de los 12 meses de año. Por tanto, la probabilidad de que quienes no están empleados los 12 meses al año se encuentren en un momento dado en paro es del 63,8%.
Como queremos extrapolar este dato a todo el colectivo de enfermeras, dado que el conjunto de ellas han trabajado de promedio 9,40 meses al año y eso representa un 78,3% de los 12 meses del año, la probabilidad de encontrarse en situación de desempleo en un momento dado del año es del 21,7%. Por supuesto esto es un artefacto contable, puesto que la probabilidad no se reparte igual en todas las situaciones: las probabilidades de que una persona con empleo fijo, no digamos si es personal estatutario, se quede en paro son muchísimo más escasas que las de un interino; y las de estos, más escasas que las de un eventual sustituto; y las de estos, a su vez, más escasas que las de un desempleado... que son el 100%.
Y, finalmente, la probabilidad de encontrarse ocupado en un momento dado viene dado por la suma de quienes han trabajado todo el año (1.242) más el 36,2% (porcentaje medio trabajado del año) del resto (640), es decir, 1.242 + 232 = 1.474, que son el 78,3% de la base de datos.
SITUACIÓN DE EMPLEO EN ALGÚN MOMENTO DEL AÑO:
Este cálculo es mucho más sencillo, ya que el porcentaje de personas que estarán empleadas en algún momento del año se corresponde con todas (1.882), excepto las que no han trabajado en todo el año, que son 131 en nuestra base de datos. Es decir, 1.751, que son el 93,0% del total.
Por el contrario, el porcentaje de personas que estará en situación de desempleo en algún momento del año es exactamente el de aquellas que no sean empleados fijos y no hayan estado contratados los 12 meses del año. Son 640, es decir, el 34,0% del colectivo.
Y POR FIN, LA PANORÁMICA GENERAL:
La siguiente ilustración muestra esta panorámica general del empleo enfermero (pinchar para ampliar):
Por si a alguien le interesa, comparando estos datos con el estudio que hice para Satse en 1999, que se basaba en una encuesta de 1998 del Consejo General de Enfermería, con muchos menos (897) encuestados, encontramos la siguiente evolución:
Sin palabras.
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