lunes, 20 de julio de 2015

Lectura de verano: historia de una enfermera (VII)

Capítulo IV
El desmoronamiento de un sueño (2)



Descrédito total, pues, de la vieja vanguardia enfermera. ¿Y quiénes crees que salieron a sustituirles? Los dinosaurios que estaban emboscados, echando gasolina al fuego entre güisqui y güisqui, esperando su momento; los ATS, casi todos del sexo masculino, expulsados muchos de ellos de sus reinos de taifas: los laboratorios y salas de rayos en las que no daban un palo al agua y estaban siendo sustituidos por los FP2. Formaron un sindicato en 1985, creo, al que en una evidente declaración de intenciones (alguien diría que provocación), dieron el nombre de SATSE: Sindicato de ATS de España. ¡Ateeses... en 1986!
Por si faltara algo, estos personajes se dieron cuenta de dónde estaba el poder y los recursos: en los colegios profesionales a los que todas las enfermeras teníamos obligación de estar afiliados y pagar religiosamente las cuotas.
¿Recuerdas que te hablé como algo muy positivo que las enfermeras, por fin, podían acceder al profesorado, como personal funcionario, en las escuelas de Enfermería? Pues a finales de los años ochenta y primeros de los noventa se produjo una verdadera diáspora en nuestra vanguardia profesional, la que había impulsado el gran salto adelante de la enfermería en los ochenta, desde la asistencia hacia la docencia en la universidad. Abandonando, como daño colateral, los colegios profesionales. Entre ellos la presidenta de mi Colegio, que, harta de tanto disparate, aprovechó la ocasión y pudo optar a una plaza de profesora titular en la Universidad de Sevilla.
De manera que los colegios de Enfermería fueron tierra de botín para este sector profesional: paradoja de paradojas, las viejas élites dieron paso... a otras mucho más viejas. Gracias a nosotros, los colegiados, que decidimos pasar de todo, no solo de formar candidaturas sino incluso de ir a votar, y dejamos los colegios en sus manos con el pequeño puñado de votos que les dieron los sectores más reaccionarios de la profesión. Y ahí siguen mayoritariamente, más de 25 años después; una desgracia para la profesión si me permites mi opinión, porque, nos guste o no, hablan, debaten y negocian en nuestro nombre quienes no aman ni defienden a nuestra profesión, sino solo sus intereses de grupito.

(Ah, como nueva Directora de Enfermería de mi hospital fue nombrada la Adjunta de la antigua y denostada Jefa de Enfermeras. A su predecesor, el de la UGT, le colocaron en la Consejería en comisión de servicios con la condición, como en los trenes, de asomarse con cuidado al exterior.)






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