viernes, 24 de julio de 2015

Lectura de verano: historia de una enfermera (XI)

Capítulo V
El corazón de la enfermería (3)


(...) Y esto lo haces de lunes a viernes (y un sábado de cada tres). Día tras día. Con los mismos pacientes. Sabes perfectamente lo que te van a decir cuando entran, a los diez minutos, a la hora... a qué hora se marean, o les dan calambres... o a qué hora fulanito se pone agresivo. O menganita, que es más rara que un perro verde, dónde tienes que pegar las líneas, qué ángulo de visión quiere de la pantalla de la máquina. A quién no debes contestar... Quién te va a intentar colar un mareo para que lo conectes antes... Los lunes y martes (dependiendo del turno asignado) son un poco más complicados, han tenido "el fin de semana" que son dos días sin dializar y normalmente vienen con mucho líquido, lo que les hace estar más ahogados, y además tienes que intentar que en las tres sesiones que tienes esa semana por delante el paciente quede en el peso indicado por el nefrólogo. Los pacientes de HD son pacientes crónicos. Y cada vez son más mayores.
Son pacientes con miedo...
  • A los cambios: no les gusta que les cambies de cama, de máquina, de almohada, de tele. Necesitan su rutina para sentirse seguros, para controlar algo de lo que ocurre en SU entorno. El resto lo hace la enfermera.
  • Son hiperdependientes del servicio: cualquier cosa que les ocurra les genera gran ansiedad. Llaman a la unidad constantemente para consultar. Necesitan que alguien conocido les conteste. No pueden irse de vacaciones o celebraciones si no tienen un sitio en el que dializarse. Su vida gira alrededor de las diabólicas máquinas. Ahora, además, según me cuentan las más jóvenes, la edad ya no es un límite para entrar en un programa de diálisis, lo de la limitación del esfuerzo terapéutico se ha perdido.
  • No les gusta nada, nada, NADA la gente nueva: saben lo que conlleva un error. No es raro que se nieguen a que les conecte una enfermera nueva en el servicio. En verano o épocas vacacionales se nota en la sala un ambiente especial, porque conocen a todos los profesionales de la sala. Muchas horas, muchos días, meses, años... tienen que acudir tres veces en semana durante cuatro horas. Al final el límite profesional-personal se pierde. Son las mismas caras en los dos bandos.
En mi sala nunca se preguntaba por los muertos. Cuando llegan a su turno y la cama de al lado está vacía... nadie dice nada. Parece haber un pacto de silencio. Intentan parecer normales, que la vida sigue. No puedo ni imaginar la confusión y el temor que tienen dentro. Un igual desaparece... el siguiente... Y van cayendo... uno, otro, otro...
Les llevas viendo meses... y llega un día en el que no vienen: salvo las pocas, muy pocas, alegrías de aquellos que han podido recibir un riñón (o dos) donado, es porque están muertos o se decide que es momento de salir ya del programa. Sabes que en un máximo de una semana ya no estarán. Y les haces diálisis secas (que son para que no se ahoguen directamente) y les vas viendo... cómo se van. Eso sí, lo haces con todo el respeto y con toda tu profesionalidad para proporcionarle una muerte sin sufrimiento. Tienes en tus manos VIDA y MUERTE, no es una figura retórica... es la realidad. Das vida cuando entran por urgencias ahogados, les conectas y empiezan a respirar... y proporcionas cuidados a su cuerpo en el final. Les acompañas durante su paso por la unidad, mejor o peor. Esto es lo que te ocurre a nivel enfermero: ¿bueno o malo?, pues depende. En el fondo, no tienes ni voz ni voto, sólo realizas técnicas pautadas por un médico.
¿Qué puedes esperar de este trabajo? Lo primero y principal: NO MATAR A NADIE ESE TURNO. Eso todas lo llevamos en la mente. Necesitas tal grado de atención que afecta a todo el que pasa por allí. Cuando me destinaron a ese servicio tras una rudimentaria formación, que ni con mucho me pareció suficiente, me soltaron en una sala y me pusieron cuatro personas bajo mi ala. TODAS las enfermeras que conozco han soñado con embolias gaseosas, catéteres que manan litros de sangre, tapones mal apretados... o directamente no sueñan porque no pueden dormir. Luego aprendes a llevarlo (o disimulas mejor) y, llegado el momento, afecta a tu vida personal el estrés que llevas todos los días.
El Servicio de Hemodiálisis de un hospital, es un servicio "cerrado". No te relacionas con nadie de fuera. Los pacientes son siempre los mismos. Haces una serie de técnicas una y otra vez, puedes ser un maestro haciendo eso, puedes dedicarte a hacer estudios sobre ello. Luego los presentas en el congreso nacional que se hace anualmente. El resto se olvida. Está altamente jerarquizado, primero Dios, luego los dioses menores... el resto las hormiguitas (personal enfermero).
[Próxima entrega, "Happyflowers"] . 

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