lunes, 11 de mayo de 2015

La inconsistencia e incontinencia del Consejo de Enfermería: datos ciertos... pero no reales

Fiel a su inconsistencia estratégica y a su incontinencia mediática, el presidente del Consejo General de Enfermería vuelve, como cada año, a lanzar el titular de prensa sobre la escandalosa falta de enfermeras que sufre nuestro país; cifras, por cierto, que parecen estar aquejadas del baile de San Vito (dicho en términos coloquiales, con absoluta empatía con quienes padezcan la enfermedad de Huntington y sin relación alguna con el apodo cariñoso con que en ciertos sectores -subversivos- de la profesión se conoce a su querido presidente).

Díganme, si no:
Como se ve, este año tocan 142.000, es decir, 34.000 (un 32%) más que hace apenas dos años, algo que a simple vista ya parece una completa insensatez. Tengo más que escritas las causas de este dislate técnico, pero no me importa resumirlas (y actualizarlas) muy brevemente de nuevo. Lo hago porque estos titulares son ampliamente difundidos: por un lado, cada colegio/sindicato saca un sub-titular cuantificando las enfermeras que faltan en su comunidad autónoma; y por otro lado, en las redes sociales se produce una cierta agitación y se difunden los datos alegremente, con la misma inconsistencia que quien los genera. Cada año varias personas (generalmente enfermeras/os) me preguntan qué opino de estos datos y yo, gustosamente, resumo y actualizo lo que tengo escrito, que creo que a estas alturas ya daría para un (aburrido) libro. Vamos a ello otra vez:

¿Por qué las cifras de España de enfermeras / 100.000 habitantes (508) y de la Unión Europea (811) son tan dispares? ¿Cómo es posible que España, cuyo desempleo de enfermeras constituye una verdadera anomalía en Europa, ya que en los otros países lo que se experimenta de manera generalizada es un déficit (a veces abrumador) de enfermeras, teniendo una ratio tan paupérrima, esté suministrando enfermeras a países con unas ratios tan opulentas?

Simplemente porque los datos que maneja el Consejo serán ciertos (es decir, reproducen las estadísticas oficiales), pero desde luego no son reales. Y ello es así, principalmente por tres causas:
  • Los datos de España no cuentan a las enfermeras desempleadas, inexistentes en los otros países (la fuente primaria de datos es la Encuesta de Población Activa, que no incluye la profesión de los activos desempleados). Por tanto, estamos eliminando de los cálculos en torno a 10.000 enfermeras (7.511 parados registrados, que conforman la estadística oficial a 31-12-2004, más unas 2.500 que, estando desempleadas, no se han inscrito como demandantes de empleo; y que podemos extrapolar con cierta exactitud a partir de los resultados de diferentes encuestas realizadas a lo largo del territorio nacional).
  • En la mayoría de los países existe una amplia variedad de categorías laborales erróneamente asimiladas a "enfermeras". Muchas de ellas (existe un detalle para cada país en los metadatos técnicos), por su formación y funciones, son más equiparables a nuestras "auxiliares" y sin embargo están siendo contabilizadas como enfermeras, inflando la estadística de una manera que en el caso español, por poseer una enfermería claramente estructurada en dos niveles únicos, enfermera titulada y técnico auxiliar, no se produce.
  • Dentro de estos dos niveles en que está estructurada nuestra enfermería, el personal auxiliar (TCAE) tiene un enorme peso cuantitativo (en torno a un 30% del total del personal de enfermería) que sus equivalentes europeos (aid nursehealthcare workeraide- soignant...) no tienen ni por asomo. Y ello es así porque, como bien pueden testimoniar muchas enfermeras y enfermeros que trabajan en esos países, la mayoría de las funciones que aquí asumen sin problemas los TCAE allí son realizadas por enfermeras "tituladas" (o por lo menos contabilizadas como tales). Y, por otro lado, muchas de las tareas que aquí asumen las enfermeras con naturalidad y casi desde el primer día que trabajan, allí  ‒sobre todo a nivel hospitalario‒ son realizadas o por enfermeras expertas acreditadas o por médicos y otras profesiones tituladas.
Dicho lo anterior, tengo claro que la dotación de enfermeras (tituladas) en España es comparativamente baja, pero: a) no tanto como se desprende de las estadísticas oficiales, que serán ciertas... pero no reales; y b) no se puede decir lo mismo del "personal de enfermería", cuya dotación global probablemente esté en el promedio del resto de países de la Unión.

También tengo claro (y dicho siempre en términos generales, ya que la ausencia de cualquier atisbo de planificación hace que la situación sea muy variable y heterogenea) que la principal explicación de esta escasa dotación de enfermeras tituladas no está en la enfermería hospitalaria sino en la atención primaria y los dipositivos sociosanitarios: en el primer caso, porque la dotación comparativa de médicos y enfermeras (que aquí es más o menos 1:1) es escandalosamente baja en contra de las enfermeras; y en el segundo, simplemente por el raquítico desarrollo de los recursos de carácter sociosanitario, especialmente los residenciales.

Es entendible la amplificación mediática de estos titulares (una forma barata de que un becario rellene media página de periódico + zumo, cafe y pastas en la rueda de prensa), pero me sorprende que entre la enfermería de las redes sociales esta queja (porque es una queja, digo yo...) tenga también tanta difusión y que además sea, por lo general, tan acrítica y automática en un medio con tendencia a tirarse a la yugular del poder establecido, incluyendo a su nefasta representación corporativa

Me temo, incluso, que puede tratase de una queja con efecto boomerang, capaz de volverse con peligro hacia quien la emite. Y ello me provoca ciertas reflexiones de carácter más sociológico que estadístico, pero que me reservo para la entrada que mañana publicaré para celebrar el Día Internacional de la Enfermería. Precisamente he querido aligerarla de números, trasladando esta sección aquí como referencia técnica para mis reflexiones de mañana.

Hasta entonces.


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