viernes, 11 de junio de 2021

Terceto electoral 2021 (3)





Esta es la tercera y última entrada  sobre las elecciones al Pleno del Consejo General de Enfermería que, por primera  vez desde su  creación en 2001, se celebran el sábado 12 de junio. Puede acceder a la primera pinchando aquí y a la segunda, aquí.

(III) ¿A DÓNDE VAMOS?

No es difícil entender que el presidente del Consejo General de Enfermería (CGE), Florentino Pérez Raya, y la vicepresidenta primera, Pilar Fernández Fernández, quieran redimirse ─lo digo totalmente en serio, no es mofa, befa ni escarnio cuando se van conociendo públicamente los gravísimos hechos acaecidos en los últimos 30 años en el entorno del CGE, durante los cuales ellos participaron, no solo como miembros de la Ejecutiva del Consejo General, sino como miembros de los consejos de administración y patronatos de todas y cada una de las piezas del entramado empresarial─fundacional, apareciendo sus firmas en todos y cada uno de los balances, memorias económicas y cuentas de ingresos y gastos presentadas en el Registro Mercantil y en el Protectorado de Fundaciones. Así es la vida, (casi) siempre deja registros.

Es decir, que es evidente su contribución a veces (demasiadas) activamente y a veces (querría pensar que las más) por falta de celo a los desvíos multimillonarios de fondos aportados por las cuotas de las enfermeras de a pie. Hablamos de decenas de millones que fueron a parar a los bolsillos de personas concretas: 25 millones de euros, según denunció el diario El País y nunca ha sido negado por el CGE, solo en los proyectos especulativos inmobiliarios faraónicos; y la propia Comisión Ejecutiva ha cifrado en al menos 20 millones el saqueo en temas personales del anterior presidente, lo cual suma 45 millones de euros, a millón y medio por año. Pero no hay duda de que son muchos más, que deberían aflorar y ser devueltos a la institución, sean cuales sean las cuentas bancarias a las que fueron a parar.

Los directivos de aquellos colegios que más bien miraban para otro lado todos estos largos años ─no todos los que levantaban la mano en las asambleas se lo han llevado crudo también deberían desear redimirse.

La actual Comisión Ejecutiva en su conjunto es esclava de su pasado, más o menos largo, y de sus privilegios y no puede ser quien navegue desde el pasado hasta el futuro. Al presidente le queda menos de año y medio de mandato (octubre de 2022) y es prácticamente  seguro que, si no antes por motivos judiciales o de salud, dejará entonces el cargo.

Pero el Pleno, que es de donde Pérez Raya debe extraer en unos pocos días los miembros que compondrán la nueva Comisión Ejecutiva, se elige mañana y su mandato es de cinco años.


Pongamos dos escenarios:

1) Gana la lista continuista y Florentino es sustituido, sea pasado mañana o dentro de 16 meses, por otra persona; cabe pensar que no se trate de otra vieja gloria, ni de nadie con responsabilidad compartida en la actual situación, sino de alguien que, por sexo, edad, formación, valores y práctica profesional, se acerque más a la representación sociológica de la profesión.

¿Creen ustedes que debe obligarse a este sucesor a nombrar su Comisión Ejecutiva con los miembros del Pleno herederos de la actual dirección del Consejo?

Porque en la lista van como titulares cinco de los ocho miembros de la actual Comisión Ejecutiva (los tres vicepresidentes y los secretario y vicesecretario generales); y 12 presidentes de colegios, todos ellos, menos una ─porque heredó el cargo, sin elecciones, cuando la anterior presidenta del colegio fue nombrada Tesorera del Consejo, con 20 o 25 años en el cargo.

La única solución a esta situación absurda y antidemocrática sería que en el momento en que se convoquen elecciones a la presidencia del CGE todos los miembros del Pleno presentaran su dimisión y sus cargos sean de nuevo convocados.

¿Lo ven factible? Yo, conociendo el percal, no; puede que muchos sí, pero otros no lo harían ni muertos; algún patético presidente colegial ha pasado en dos meses de pedir una moción de censura a Pérez Raya y exigir la dimisión de toda la Ejecutiva a presentarse en su lista; otro ilustre y no menos patético presidente colegial ha pasado de bramar contra la Ejecutiva en las dos asambleas de presidentes de marzo, a somos partícipe [sic] de la lista continuista.

No sé muy bien cómo le sentará al sanedrín colegial compartir lista con quienes les han puesto a parir durante más de 15 o 20 años... ¡Es el mercado, amigo!


2) Gana la lista alternativa, de entre la cual Florentino Pérez debe designar su nueva Comisión Ejecutiva.

La candidatura al Pleno Por un CGE con futuro tiene un perfil muy moderado y profesional y no me cabe ninguna duda de que podrían y querrían negociar lealmente con Pérez Raya un programa de transición que concluya en octubre del año que viene, dimitiendo en pleno y propiciando una convocatoria electoral, como en los viejos tiempos, de una lista única a la Presidencia y el Pleno, encabezada, sea quien sea, por los/las líderes de las candidaturas al Pleno. Eso sí sería darle un futuro al Consejo General de todos los colegios y colegiados.


Se mire como se mire, el recambio generacional y profesional del Consejo General de Enfermería es inevitable. Se ponga quien se ponga como se ponga. Y será a mejor. Entrará una nueva generación y, por primera vez, enfermeras que ejercen la profesión en sus diferentes ámbitos y no llevan años o décadas alejadas de ella en puestos burocráticos: aire nuevo.

Por eso, los 156 presidentes, vicepresidentes y secretarios colegiales que compondrán mañana el colegio electoral deberían pensar, al margen de su trayectoria, de sus ideas e, incluso, de sus intereses personales, cuál de las dos alternativas es más deseable para una transición pacífica y segura, no solo del Consejo General sino de los 52 colegios y las más de 300.000 almas que componen la Organización Colegial de Enfermería.

A mí, que no me va nada en ello, me parece una decisión, puede que psicológicamente complicada en algunos casos, pero racionalmente sencilla: votar por un cambio tranquilo hacia una organización más plana, democrática y prestigiosa, de la que poder sentirse orgullosos, no de esta cúpula directiva desprestigiada que sale cada dos días en la prensa como un pudridero moral.

Un Consejo General al servicio de los colegios y los colegiados, y no al revés.

Y conste que ni he tenido nada que ver en la confección de la candidatura ─me enteré de su composición al mismo tiempo que ustedes: palabra de honor de extremista-intrusista─, ni se puede decir que me complazcan mucho el enfoque de la campaña, algunos planteamientos del programa y varios de los perfiles que van incluidos en la lista. Pero, vamos, no hay color.

Además, el voto es secreto, lo cual permite votar en conciencia.

¡Inspiración y suerte!

Esto es todo, amigos.





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