Hace exactamente seis años, entre el 8 y el 12 de junio de 2015, publiqué en mi blog cinco entradas bajo el titulo QUINTETO ELECTORAL (aquí la primera, se puede seguir el vínculo a las siguientes). Ahora que por primera vez en 20 años, los que tiene de existencia el órgano ─quitando un paripé que luego relato─, hay elecciones en el Consejo General de Enfermería (CGE) quiero contribuir al debate democrático dando mi punto de vista, que sinceramente creo más cualificado y documentado, tras todos estos años de análisis, que exaltado o extremista (que es, al parecer, lo que opinan algunos oportunistas).
(I)
¿DE DÓNDE VENIMOS?
El Pleno
del CGE es un órgano creado en los estatutos de 2001 de la Organización
Colegial de Enfermería (OCE).
El objetivo
de esta creación no es, por mucho que se diga, de carácter participativo (ya que
se reúne una sola vez al año para legitimar ciertas decisiones, sobre todo de
carácter patrimonial y financiero), sino que persigue únicamente tres objetivos:
El primero, poder cooptar (nombrar a dedo, vaya) de entre sus 21 componentes a los miembros de la Comisión Ejecutiva, que es el órgano legitimador de las decisiones del presidente bajo el régimen de Máximo González Jurado, se ajustaran o no a la ortodoxia dichas decisiones; actualmente, bajo la, próxima a su extinción, presidencia de Florentino Pérez Raya, parece existir un funcionamiento más colegiado.
La
Ejecutiva es el órgano que adopta la inmensa mayoría de las decisiones, a menudo usurpando competencias
de la Asamblea de presidentes. Por ejemplo, la compra en 2015 de la parcela y la contratación de las obras de construcción
de la futura sede de El Plantío o, años atrás (2008), la adquisición de dos parcelas en Getafe–Los
Molinos (en las que palmaron una pasta)
El segundo
objetivo perseguido con la creación del Pleno es dificultar hasta el extremo la
proclamación de candidaturas alternativas, las cuales deberán ser presentadas
por un mínimo de 15 colegios de enfermería. Hay que tener en cuenta que en aquellos
momentos existía un fuerte movimiento opositor que llegó a aglutinar,
encabezado por las juntas de Valencia y Zaragoza, hasta a 12 colegios. Y, para
más inri, la candidatura tenía que estar compuesta por 21 titulares y 21
suplentes, o sea 42 candidatos que no estuvieran inhabilitados por la propia
Comisión Ejecutiva (como entonces estaban la de Valencia, Zaragoza, Pontevedra
y alguna otra). Además, no vale cualquier perfil, ya que hay que cumplir
ciertos requisitos, como poseer diferentes títulos oficiales de especialista,
incluso en especialidades que nunca han llegado a desarrollarse con el Decreto
de 2005, hablo de Médico-Quirúrgica, y que apenas un puñado de colegiados ─y de
los más viejos─ pudieron obtener aprovechando la ventana de oportunidad del
Decreto de 1987.
De hecho, la cosa funciona tan bien para evitar elecciones que los colegios de Córdoba (presidido por Florentino Pérez) y Sevilla (José María Rueda) modificaron sus estatutos en 2009 para crear una Comisión Plenaria de 25 miembros como órgano colegiado no ejecutivo, pero sí de carácter electivo. En estos dos colegios nunca ha habido elecciones, porque nunca se han proclamado candidaturas alternativas.
Y la vicepresidenta III del CGE, Raquel Rodríguez Llanos, cuando llegó a la presidencia del colegio de Cáceres lo primero que hizo fue promover una reforma de los estatutos colegiales introduciendo la misma Comisión Plenaria de 25 miembros.
En fin, el
tercer objetivo del Pleno es disponer de 21 puestos donde colocar a cargos de otros tantos colegios
afines, con las consiguientes dietas y prebendas, para fidelizar a la base
electoral.
Hasta 2011,
los candidatos a la Presidencia y al Pleno se presentaban en una única candidatura;
sin embargo, en 2011 se desdobló la convocatoria (aunque ambas votaciones se celebraron
el mismo día, una por la mañana y la otra por la tarde) porque la candidatura de
Máximo González fue anulada por el Tribunal Supremo, arrastrando con ello a los
candidatos al Pleno; desdoblando la convocatoria del presidente (Resolución
5/2011) y del Pleno (6/2011) se evitaba este efecto de arrastre.
Efectivamente: cuando el Supremo anuló por segunda vez la candidatura de González ─anulando, entre otros documentos, una certificación de dudosa veracidad del Colegio de Enfermería de Córdoba, presidido por Florentino Pérez Raya─, resolvió expresamente validar la candidatura al Pleno, cuyos 21 miembros tomaron posesión de sus cargos. Así que hubo que convocar elecciones, pero únicamente para el cargo de presidente.
En la
convocatoria electoral del 3 junio de 2015, temiendo que la candidatura presidencial
volviera a ser anulada, la Ejecutiva organiza un paripé, ya que se presentan
dos candidatos: González Jurado, que es propuesto por 22 colegios, y Pérez
Raya, vicepresidente segundo a la sazón, que es propuesto por... justo: 15 colegios.
Por cierto, también se postuló Victoria Trujillo, líder de la Asociación Madrileña de Enfermería Independiente (AME), pero al ser presentada solo por el Colegio de Madrid quedó excluida del proceso electoral. Lo mismo, el dicharachero presidente del Colegio de Castellón, que solo obtuvo el aval de su propio colegio.
Las
elecciones las ganó González Jurado, mientras que a Pérez Raya, de los 15
colegios que le propusieron solo le votaron cuatro, muestra evidente de la
manipulación consentida de decenas de presidentes colegiales, conchabados para
perpetuar la organización cautiva que había consolidado el Régimen de 1987.
En fin, en
los 20 años desde la aprobación de los Estatutos generales de la OCE, nunca ha
habido elecciones al Pleno, ni tampoco a la Presidencia, excepto en este fraude
de ley de 2015.
Pero las
cosas han cambiado: ayer, día 8 de junio de 2021, la Comisión Ejecutiva del CGE
ha aprobado la Resolución 10/2021, en la que se proclaman dos candidaturas: la continuista
(‘Todas A1, Todos A1’) y la opositora, ‘Por un CGE con futuro’. El próximo sábado,
día 12 de junio, los presidentes, vicepresidentes y secretarios de los 52
colegios de enfermería ─o quienes estatutariamente los sustituyan─ componen el
cuerpo electoral, 156 cargos colegiales que tienen en sus manos el futuro de la
Organización colegial.
Aunque
parezca trivial, porque en todas las instituciones democráticas hay
candidaturas, hay elecciones y hay ganadores y perdedores, que haya elecciones
en el CGE es un hito: nunca las ha habido, no ya desde 2001, sino desde que
Máximo González ganó las elecciones de 1987. Hablamos, pues, de una
institución supuestamente, imperativamente democrática, en la que en 34 años no
ha habido elecciones: un sistema en el que los reglamentos se han creado, bajo
el imperio del Estado democrático de Derecho y con el respaldo de la legalidad
y de las administraciones públicas competentes en cada momento, para permitir
generar y proteger un sistema cesarista en el que la democracia es
calderoniana: apenas una sombra, una ficción.
Que dentro de tres días haya elecciones, me consta que ha supuesto una tarea colosal para un equipo muy reducido de personas que se han dedicado a esta tarea durante meses. Y aunque algunos miembros de la candidatura se llevan la fama, otros, más en segundo plano, han sido quienes han cardado la lana. Enhorabuena.
Mañana doy
mi versión sobre la actual situación, convulsa y un punto kafkiana, en el CGE (y en el resto de la OCE). Y pasado,
hablo sobre los escenarios poselectorales. Acceda pinchando aquí.
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