miércoles, 24 de julio de 2019

Desempleo en las profesiones sanitarias: ¿Crisis? ¿Qué crisis?

En esta entrada, que previamente he resumido en forma de hilo en Twitter, analizo el fenómeno del desempleo en las tres profesiones sanitarias más importantes: por orden alfabético, enfermería, farmacia y medicina.

Antes de entrar en faena, es preciso explicar algunos tecnicismos, no muy complicados. En primer lugar, los datos de desempleo disponibles son de paro registrado, extraídos de los informes mensuales de mercado de trabajo de personas tituladas del Servicio Público de Empleo Estatal, SEPE. A pesar de los inconvenientes metodológicos que ahora explicaré, no existe alternativa, puesto que la Encuesta de Población Activa del Instituto Nacional de Estadística no nos proporcionan datos con el nivel de desagregación y fiabilidad que necesitamos.


El paro registrado se extrae de las estadísticas de los servicios de empleo autonómicos a partir del número de personas inscritas en ellas, inscripción que puede ser conveniente, pero no obligatoria, salvo cuando se perciba algún subsidio o prestación por desempleo. Aunque no existen datos fiables, a partir de una serie de encuestas que realicé dentro del colectivo de enfermeras, una nacional y tres autonómicas con un total de más de 6.000 respuestas, puedo calcular que aproximadamente un 15%-20% de los desempleados no se inscriben en las oficinas de empleo. Si a ello le añadimos que el Servicio de Empleo Público Estatal cocina –a la baja, claro– los datos de demandantes de empleo (‘metodología SISPE’), el desempleo real debe ser en torno a un 25% superior al registrado.


Pero como lo que nos interesa es analizar series temporales largas, vamos a aceptar que estos ‘artefactos’ se mantienen estables en el tiempo y afectan de manera más o menos constante a todas las series.


Un segundo tecnicismo: el empleo sanitario está muy influido por la estacionalidad. Por ejemplo, si analizamos el paro registrado mes a mes durante casi nueve años, encontramos algo que se parece más a un electrocardiograma que a una estadística:



















Como se indica con los iconos, los períodos vacacionales, especialmente verano y navidades, suponen una disminución importante, especialmente en verano, del desempleo, debido a las sustituciones y refuerzos de las plantillas estructurales. Lo que hacemos para descontar el efecto estacional es promediar cada mes su dato con el de los once meses anteriores: la famosa TAM (tendencia acumulada o anual móvil). De esta manera, analizamos ‘tendencias’ y no los erráticos datos mensuales (otra alternativa sería comparar exclusivamente un mismo mes de cada año, pero dependiendo de cuál sea, de mayor o menor empleabilidad, nos daría datos sesgados.)


A modo de curiosidad, si para médicos y enfermeras agosto es el mes en que se reduce más el desempleo, en el caso de los farmacéuticos ese mes es julio (debido seguramente al cierre en agosto de más farmacias, en las que trabaja el 85% de los farmacéuticos españoles.)


Dicho todo lo anterior, vamos a presentar los datos, empezando con los de las enfermeras, profesión a la que cuantitativamente afectó más –¡y antes!– la destrucción de empleo:















Aunque el incremento del desempleo fue atroz (aumentó en apenas tres años nada menos que un 175%, es decir, casi se triplicó) las enfermeras recuperaron el nivel de desempleo previo a la crisis en junio de 2017. Y ese incremento entre 2010 y 2013 no fue mucho más doloroso (se hubiera cuadruplicado) por el efecto Bolonia, ya que al aumentar de tres a cuatro años la formación de pregrado, entre 2010 y 2012 egresaron de las facultades casi 8.000 enfermeras menos, equivalentes prácticamente a una cohorte anual.


Esa recuperación del desempleo previo no les sucedió a los farmacéuticos, que aunque sufrieron mucho menos la destrucción de empleo (solo un 60% de aumento en el número de desempleados), mantienen el paro registrado en los niveles de enero de 2012 y aún tienen 400 parados más que en 2010. Incluso detectamos una ralentización en la disminución del desempleo registrado, en términos agregados, en los últimos meses (lo veremos con más detalle):











El hecho de que la Farmacia haya visto destruirse mucho menos empleo que enfermeras y médicos se explica por su exposición mucho menor al empleo público (el 85% del empleo farmacéutico se produce en las oficinas de farmacia y casi un 10% adicional, en la industria y aledaños.)


¿Qué sucede con los médicos? Pues una situación mixta: como les sucedió a las enfermeras, el incremento del paro fue tremendo, (más de un 150%); pero, como les sucede a los farmacéuticos, tampoco han recuperado los niveles de desempleo previos a la crisis, que actualmente si sitúan en los de noviembre de 2011:



Entraremos ahora en un análisis comparativo de la evolución del desempleo durante estos nueve años; pero antes… otro tecnicismo, también light: para poder comparar magnitudes muy diferentes y que la gráfica tenga sentido, tenemos que utilizar una base común que, por conveniencia es 100 en el mes basal (inicio de la serie). Así, captamos la evolución de la tendencia para cada una de las series (profesiones), pero podemos compararla mejor, independientemente de que una serie tenga un pico de 16.000 y otra, de solo 2.000: una representación e términos absolutos no nos permitiría obtener algo de fineza en las series con valores más pequeños. Véase:


¿A que solo se percibe cierto detalle en la serie de las enfermeras, que es la de mayor volumen? ¿Mejor de esta otra manera, no?















Puede verse cómo la crisis –especialmente la del gasto público– destruyó algo más de empleo entre las enfermeras, que entre los médicos, pero destaca la rápida evolución a la baja del paro que experimenta aún enfermería. Efectivamente la línea de tendencia es inequívoca, lo que no sucede con las otras dos profesiones, aún ligeramente ascendentes en esta serie larga:













Si miramos la evolución en los últimos tres años (de nuevo, TAM en base 100, mayo 2016), podemos visualizar mucho mejor las tendencias, que son suficientemente elocuentes: el desempleo se ha reducido un 45% para enfermería, un 35% para medicina y 22% para farmacia:
















Bien es cierto que influyen factores exógenos, como la tasa de producción de profesionales, que podemos apreciar en el siguiente gráfico:




Entre los cursos 2013-2014 y 2017-2018 (último disponible) el número de enfermeras egresadas ha disminuido en 1.750, un 15%, lo cual supone, redondeando, que se incorporan unas 450 menos cada año a la población activa, aliviando lógicamente la presión sobre las bolsas de empleo; pero también, como empezamos a ver este mismo año, supone que a muchos servicios de salud les está resultando imposible cubrir las sustituciones de verano. Y por otro lado, esta situación consentida casa mal con las propuestas de los representantes enfermeros de incorporar 80.000-120.000 enfermeras (según el año) para equiparar nuestras ratios de enfermeras por población a las de nuestro entorno europeo (o de la OCDE, según el caso). Lo cual, si se me permite –y si no se me permite también: los hechos son los hechos es un desatino demagógico porque no se tienen en cuenta factores diferenciales en la estructura de recursos humanos de nuestro país y se ignoran artefactos de orden metodológico e instrumental en las estadísticas internacionales.

Aun así, parece que la situación tiende a ir revirtiéndose a medio plazo: los egresados (vale, el 90%) en 2018 entraron en las facultades en el curso 2014-2015; y fueron 12.248. Y aunque el siguiente curso, 2016-2017, dio el dato más bajo desde que existe información desagregada, con solo 12.189, en 2017-2018 se matricularon en primer curso 12.567 y en el actual, 2018-2019, el número volvió a ascender, hasta superar los 13.000 (13.002, exactamente).

Otro factor mediador es el número de profesionales que salen de la población activa española porque deciden trasladarse a terceros países; carezco de datos para enfermeras y farmacéuticos, pero sí disponemos de información con respecto al colectivo médico: hace unos meses se cifraba en casi 23.500 el número de médicos españoles que solicitaron el certificado que les permite ejercer en el extranjero entre 2011 y 2018. Este es el detalle:


Como puede verse, entre 2011 y 2014, el período más duro del ajuste de plantillas, el número de médicos que emigraron se elevó en un 140%, lo cual tiene su lógica sociodemográfica; pero lo que no tiene una explicación tan fácil es que en los momentos de salida de la crisis el número anual de médicos migrantes se resiste a descender e incluso muestra una leve tendencia a incrementarse. 2018 proporciona el número más alto de la serie(*).


En cuanto a las enfermeras, había más de 8.000 migrantes en 2014 y según el Consejo General del ramo, aunque no aporta cifras concretas –o no hemos sabido encontrarlas–, desde entonces no ha hecho sino declinar, habiendo bajado bruscamente desde unos pocos miles al año a unos pocos muy pocos– centenares. Naturalmente, el factor diferencial entre ambos colectivos es que el descenso en la tasa de desempleo de las enfermeras fue mucho más rápido y amplio que en el caso de los galenos.

Naturalmente, el ritmo de reducción del desempleo se va ralentizando, dado que –como veremos– el desempleo total se va acercando en sus cifras al estructural. El desempleo estructural (por simplificar, el nº de parados en el mes del año con menor tasa de desempleo) nos mostraría el número medio de profesionales que han estado todo el año en paro (en términos estadísticos, no nominales). El desempleo total, el número medio de profesionales que han estado desempleados en algún momento del año. La evolución del desempleo estructural es la siguiente:


Con el último dato disponible (2018), el desempleo estructural representa el 77% del desempleo medio (promedio anual) para las enfermeras; el 88% para los farmacéuticos; y el 90% para los médicos. Lo cual es un indicador indirecto, no solo de la tasa de reposición en bajas, vacaciones, reducciones de jornada, jubilaciones, etc., sino también de creación de empleo estructural (al margen de que los puestos se cubran con contratos temporales o interinidades):


Voy acabando… ¿Es mucho o poco desempleo? Considerando los niveles existentes en la población general, incluso entre las profesiones tituladas, es desempleo es muy bajo comparativamente (otra cosa es la precariedad). Dado que no tenemos otros datos para el cálculo de profesionales activos (ocupados + parados), usamos un proxy, que son los colegiados no jubilados. Y esta es la situación en cuanto al paro: 4% (farmacia), 2% (enfermería) y apenas 0,6% (medicina):

Como hemos advertido al principio, la tasa real de desempleo podría ser un 25% superior, debido a que no siempre es obligatoria la inscripción en los registros de empleo y a la cocina de los datos por parte del SEPE; por tanto, redondeando, la tasa de desempleo real se situaría en torno al 5% para los farmacéuticos, un 3% para las enfermeras y un 1% para los médicos. Tasas realmente bajas.

La eliminación del desempleo estructural debería ser el principal objetivo, con respecto al empleo, de los agentes profesionales; ello es así porque los activos no ocupados son necesarios, hasta cierta tasa, para cubrir las bajas temporales de los activos ocupados, quienes de no ser por ellos no podrían ser sustituidos en caso de baja voluntaria o involuntaria, con las nefastas consecuencias que no es necesario resumir aquí. Y en este sentido, la peor situación la sufre el colectivo de farmacia, que tiene al 3,4% de sus casi 70.000 colegiados activos (en torno a 2.350) en situación bloqueada en cuanto al acceso a un empleo a lo largo de todo un año:


Cada colectivo ha adoptado una estrategia diferente para intentar cubrir este objetivo:
Al margen de las reivindicaciones –a veces, ensueños– de cada representación profesional, si se quiere acabar con el desempleo estructural tendrían que crearse 3.400 plazas para enfermeras, 2.350 para farmacéuticos y 1.150 para médicos; es decir, en torno a 7.000 empleos estructurales, solo entre estos tres colectivos más numerosos de la sanidad española.

Aunque al tratarse de un promedio nacional, allí donde se esté por encima de la media no se planteará reducir para aproximarse: solo donde se esté por debajo se aceptará tal aproximación, ya que supone ampliar recursos. O sea...



(Este último aspecto, el de las estrategias de los agentes profesionales, lo desarrollo mucho más –y espero que también mejor– en el capítulo 4 de mi última publicación, Atención Farmacéutica en España. Agentes, estrategias y políticas, que pueden conocer y comprar pinchando sobre la imagen, tanto particulares (24€) como organizaciones profesionales (colegios/consejos, asociaciones y sociedades científicas).)

Muchas gracias por llegar hasta aquí.







3 comentarios:

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