Hace como un mes lancé mi publicación Atención Farmacéutica en España. Agentes, estrategias y políticas, producto de casi un año de trabajo. Mi editora salvaguardó los derechos de autor, naturalmente, y la puso a la venta a disposición de colegios y asociaciones profesionales, así como de particulares, lógicamente no con las mismas condiciones: los particulares podrían comprarla a un precio de 24 euros para su uso privado (su 'derecho de copia privada' reconocido en la legislación sobre propiedad intelectual); los colegios provinciales podrían adquirir la licencia para compartir la publicación con sus colegiados, a un precio de 450 euros. Y las asociaciones profesionales y sociedades científicas de ámbito estatal podrían también adquirir la licencia para compartir la publicación con todos sus asociados, a un precio algo mayor, de 650 euros.
Tras la campaña genérica, la editora generó un mailing específico para las organizaciones profesionales de ámbito estatal, entre ellas @SEFAC_aldia, la Sociedad Española de Farmacia Familiar y Comunitaria–SEFAC. Eso fue el 22 de julio.
El presidente de SEFAC, Jesús C. Gómez Martínez, respondió presto y amablemente informando que había pasado «la información al Sr. Mario Vaillo, a quien copio en este email que contactará con ustedes.»
Sin embargo, el Sr. Mario Vaillo, Responsable de comunicación interna y externa de SEFAC, no cumplió con lo que anunciaba su presidente, es decir, no se puso en contacto con nosotros. Uno de los dos nos engañó.
Solo que en vez de adquirir la licencia corporativa (650 €), AMM (que figura en la factura como compradora) y ERB (que figura como pagador, a través de su cuenta de correo de Hotmail) compraron, agazapados, la licencia particular (24 €), lo cual supuso a una sociedad con un presupuesto anual de casi dos millones de euros el interesante ahorro de ¡626 euros!
¿Se puede ser más cutre? ¿O más idiota? Difícilmente. Veamos:
imagen puede verse que se les descontaron los 24 euros que gastaron... a pesar de haberlos gastado haciendo sus tejemanejes, no obstante lo cual, en vez de resolver en privado su apropiación de mi trabajo y su violación de nuestros derechos de autor, decidieron sostenella y no enmendalla.
b) Esta "otra vía" es mi blog, en el cual se advertía perfectamente en la primera vista que se obtiene: «Nota.- Esta licencia es para uso estrictamente particular. Si desea adquirir una licencia corporativa, que permite compartir el documento dentro de su organización (colegios, asociaciones, administraciones), por favor envíe un correo a edicioneslabucanera@gmail.com y se le informará sobre el procedimiento y precio.»
c) Al adquirir el dossier/licencia, ya una vez en la pasarela, la persona que realizó la compra tuvo que aceptar el Acuerdo de Licencia de Usuario Final (el famoso EULA, en sus siglas en inglés), que queda registrado como parte de la operación (sin dar a "aceptar" no puede seguirse el proceso de pago y compra) y que no puede ser más explícito (véase la imagen, aquí a la izquierda).
d) Finalmente, en el propio libro que han comprado, y que habrán compartido a tutiplén –porque no creo que se lo haya reservado para su uso exclusivo particular el administrativo que lo adquirió–, constan el contenido y extensión de la licencia, «exclusiva para la persona que la ha adquirido». Es decir, para el Sr. ERB.
El caso es que esta trampa fue cutre, no solo desde el punto de vista ético, sino también desde el punto de vista operativo: aparte de cutres, también son unos chapuzas, porque los pillos fueron pillados en un cuarto de hora.
A partir de aquí –aun sabiendo ya que estábamos tratando con tramposos–, se les informa amablemente de que su ahorro (¿robo?) de 626 € era ilegal. Y desde ahí:
- Carta de la editora al presidente, advirtiéndolo de los hechos,por si acaso no era un tejemaneje urdido por él: sin respuesta.
- Carta de la editora a Mario Vaillo (con copia al presidente): responde que lo cuálo, que la compra es para uso particular y tal y tal...
- Nueva carta de la editora a Mario Vaillo (con copia al presidente): sin respuesta.
- Carta del autor a Mario Vaillo (con copia al presidente): ni siquiera responde; le ha pasado el marrón al asesor jurídico, el cual responde (a la editora y al autor) que lo cuálo, que «nadie de Sefac, ni por supuesto Sefac como tal, ha hecho un uso indebido de su informe, ni lesionado ningún derecho de autor ni de ningún otro tipo. En consecuencia, Sefac no tiene por qué pagarles ninguna cantidad».
La editora dice que por 600 euros no merece la pena interponer acciones legales, con lo cual estoy más o menos de acuerdo; y que mejor «dejarlo estar», con lo cual no puedo estar más en desacuerdo. Esto no es ya –solo– un tema económico, sino de dignidad personal: nos mean y dicen que llueve. Y no: no llueve: quieren mearnos (perdón por lo soez de la expresión).
Cada vez aborrezco más estar tan sobre expuesto en las redes sociales por broncas con gente malcriada que se aloja en los lobbies profesionales, a quienes todo les sale personalmente gratis, hagan lo que hagan. Pero creo que aún sigue siendo mi obligación denunciar estos actos prepotentes, o al menos en esos valores me socializaron –y aprendí por imitación de– mis padres. Y no lo olvido ni lo olvidaré nunca.
Como le dijo la editora al señor Vaillo:
Este correo es para no dejar sin contestación al que, sorprendentemente para mí, me ha enviado su asesoría jurídica. Espero una contestación directa cuando envío un escrito personalizado y así lo esperaba de usted.
Nunca hubiera imaginado la utilización de subterfugios por parte de una gran organización, como es la SEFAC, para -permítame el coloquialismo- "escaquear unos duros" a la hora de adquirir un informe profesional del que puedo asegurarle ha sido muy bien valorado por profesionales particulares y organizaciones del sector sanitario.
La actitud que han tomado en este asunto dice mucho de la directiva de esa organización.
Somos una editorial pequeña pero con una gran dignidad y, permítame decirle, que por esa cantidad no abonada por ustedes (626 euros) no voy a seguir en esta discusión bizantina en la cual, tanto usted como su asesoría jurídica, saben me asiste la razón, disfracen los hechos como los quieran disfrazar.
Como editora asumiré el perjuicio económico que le pueda causar al autor.En fin: como es evidente que la intención de SEFAC, aparte de "escaquear unos duros", es evitar que sus asociados conozcan el informe (debieron pensar que si compraban la licencia corporativa no podrían justificar ante los socios el secuestro del dossier), he
Y si a alguien le indigna todo esto desde el punto de vista ético tanto como a mí, pueden enviar un correo al presidente de SEFAC, el señor Jesús C. Gómez Martínez, afeándole esta conducta tan impropia de una organización profesional seria y decente (presidente@sefac.org).
Si lo hacen contribuirán a que sigan existiendo el pensamiento crítico y los analistas independientes. Si no, nos iremos extinguiendo y los burócratas, cuya falta de ética se estará avalando, se quedarán con todo el terreno libre para sus tejemanejes.
Muchas gracias y buena suerte.
“Sólo el necio confunde valor y precio” este libro vale bastante más de 12, 24 o 30 euros. A mí me sorprende bastante que la organización colegial a la que pertenezco no haya adquirido ejemplares sobre este tema u otros que llevas analizando desde hace tiempo, para compartirlos con los colegiados. Lo mismo no quieren que haya masa crítica, igual es que soy un malpensado y es mejor invertir en esas revistas que edita cada colegio para-no-sé-muy-bien-qué
ResponderEliminarÁnimo Juan y enhorabuena por tu excelente labor
Realmente increíble y miserable y sí, como dices cutre. Como bien dice Javier el libro vale mucho más que su precio, incluso para alguien que en ningún caso querría escuchar o leer la verdad, o la realidad bien analizada y contada.
ResponderEliminarQuiero pensar que necesitamos más informes como el que presentas, más análisis e incluso más financiación para hacerlos...
Aunque me temo que siempre habrá gente casposa que hará cosas de estas para evitar que su discurso sea amenazado...
En cualquier caso gracias por tu labor Juan.
Ains!! Juan, juherya, en menudos lobys te metes. Estas instituciones llamadas colegios profesionales están dirigidas unas personas que parecen estar cortadas por el mismo patrón.
ResponderEliminarSólo me sale decirles: jilipo aprovechamos, listillos de mi...
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