martes, 30 de julio de 2019

La insoportable cutrez del lobby: @SEFAC_aldia

Trataré de ser breve para intentar explicar una de las cosas más alucinantes –y una muestra de que siempre se puede llegar a ser más cutre– que me ha pasado en mi larga experiencia como autor de libros.

Hace como un mes lancé mi publicación Atención Farmacéutica en España. Agentes, estrategias y políticas, producto de casi un año de trabajo. Mi editora salvaguardó los derechos de autor, naturalmente, y la puso a la venta a disposición de colegios y asociaciones profesionales, así como de particulares, lógicamente no con las mismas condiciones: los particulares podrían comprarla a un precio de 24 euros para su uso privado (su 'derecho de copia privada' reconocido en la legislación sobre propiedad intelectual); los colegios provinciales podrían adquirir la licencia para compartir la publicación con sus colegiados, a un precio de 450 euros. Y las asociaciones profesionales y sociedades científicas de ámbito estatal podrían también adquirir la licencia para compartir la publicación con todos sus asociados, a un precio algo mayor, de 650 euros.


Tras la campaña genérica, la editora generó un mailing específico para las organizaciones profesionales de ámbito estatal, entre ellas @SEFAC_aldia, la Sociedad Española de Farmacia Familiar y Comunitaria–SEFAC. Eso fue el 22 de julio.

El presidente de SEFAC, Jesús C. Gómez Martínez, respondió presto y amablemente informando que había pasado «la información al Sr. Mario Vaillo, a quien copio en este email que contactará con ustedes.»

Sin embargo, el Sr. Mario Vaillo, Responsable de comunicación interna y externa de SEFAC, no cumplió con lo que anunciaba su presidente, es decir, no se puso en contacto con nosotros. Uno de los dos nos engañó.

Lo que hizo fue ponerse en contacto con una de sus subordinadas, AMM, de Marketing y desarrollo de proyectos (Madrid); la cual, a su vez, parece que ordenó a un administrativo, ERB, que comprara el acceso al dossier.


Solo que en vez de adquirir la licencia corporativa (650 €), AMM (que figura en la factura como compradora) y ERB (que figura como pagador, a través de su cuenta de correo de Hotmail) compraron, agazapados, la licencia particular (24 €), lo cual supuso a una sociedad con un presupuesto anual de casi dos millones de euros el interesante ahorro de ¡626 euros!

¿Se puede ser más cutre? ¿O más idiota? Difícilmente. Veamos:

a) El enlace que se envió a SEFAC fue, lógicamente, el conducente a comprar la licencia corporativa. Luego el acceso a la licencia para particulares se hizo subrepticiamente y por "otra vía". En esta
imagen puede verse que se les descontaron los 24 euros que gastaron... a pesar de haberlos gastado haciendo sus tejemanejes, no obstante lo cual, en vez de resolver en privado su apropiación de mi trabajo y su violación de nuestros derechos de autor, decidieron sostenella y no enmendalla.



b) Esta "otra vía" es mi blog, en el cual se advertía perfectamente en la primera vista que se obtiene: «Nota.- Esta licencia es para uso estrictamente particular. Si desea adquirir una licencia corporativa, que permite compartir el documento dentro de su organización (colegios, asociaciones, administraciones), por favor envíe un correo a edicioneslabucanera@gmail.com y se le informará sobre el procedimiento y precio.»


c) Al adquirir el dossier/licencia, ya una vez en la pasarela, la persona que realizó la compra tuvo que aceptar el Acuerdo de Licencia de Usuario Final (el famoso EULA, en sus siglas en inglés), que queda registrado como parte de la operación (sin dar a "aceptar" no puede seguirse el proceso de pago y compra) y que no puede ser más explícito (véase la imagen, aquí a la izquierda).


d) Finalmente, en el propio libro que han comprado, y que habrán compartido a tutiplén porque no creo que se lo haya reservado para su uso exclusivo particular el administrativo que lo adquirió, constan el contenido y extensión de la licencia, «exclusiva para la persona que la ha adquirido». Es decir, para el Sr. ERB.

El caso es que esta trampa fue cutre, no solo desde el punto de vista ético, sino también desde el punto de vista operativo: aparte de cutres, también son unos chapuzas, porque los pillos fueron pillados en un cuarto de hora.

A partir de aquí –aun sabiendo ya que estábamos tratando con tramposos, se les informa amablemente de que su ahorro (¿robo?) de 626 € era ilegal. Y desde ahí:

  • Carta de la editora al presidente, advirtiéndolo de los hechos,por si acaso no era un tejemaneje urdido por él: sin respuesta.
  • Carta de la editora a Mario Vaillo (con copia al presidente): responde que lo cuálo, que la compra es para uso particular y tal y tal...
  • Nueva carta de la editora a Mario Vaillo (con copia al presidente): sin respuesta.
  • Carta del autor a Mario Vaillo (con copia al presidente): ni siquiera responde; le ha pasado el marrón al asesor jurídico, el cual responde (a la editora y al autor) que lo cuálo, que «nadie de Sefac, ni por supuesto Sefac como tal, ha hecho un uso indebido de su informe, ni lesionado ningún derecho de autor ni de ningún otro tipo. En consecuencia, Sefac no tiene por qué pagarles ninguna cantidad».
Acabo:

La editora dice que por 600 euros no merece la pena interponer acciones legales, con lo cual estoy más o menos de acuerdo; y que mejor «dejarlo estar», con lo cual no puedo estar más en desacuerdo. Esto no es ya –solo– un tema económico, sino de dignidad personal: nos mean y dicen que llueve. Y no: no llueve: quieren mearnos (perdón por lo soez de la expresión).

Cada vez aborrezco más estar tan sobre expuesto en las redes sociales por broncas con gente malcriada que se aloja en los lobbies profesionales, a quienes todo les sale personalmente gratis, hagan lo que hagan. Pero creo que aún sigue siendo mi obligación denunciar estos actos prepotentes, o al menos en esos valores me socializaron –y aprendí por imitación de– mis padres. Y no lo olvido ni lo olvidaré nunca.

Como le dijo la editora al señor Vaillo:
Este correo es para no dejar sin contestación al que, sorprendentemente para mí, me ha enviado su asesoría jurídica. Espero una contestación directa cuando envío un escrito personalizado y así lo esperaba de usted.
Nunca hubiera imaginado la utilización de subterfugios por parte de una gran organización, como es la SEFAC, para -permítame el coloquialismo- "escaquear unos duros" a la hora de adquirir un informe profesional del que puedo asegurarle ha sido muy bien valorado por profesionales particulares y organizaciones del sector sanitario.
La actitud que han tomado en este asunto dice mucho de la directiva de esa organización.
Somos una editorial pequeña pero con una gran dignidad y, permítame decirle, que por esa cantidad no abonada por ustedes (626 euros) no voy a seguir en esta discusión bizantina en la cual, tanto usted como su asesoría jurídica, saben me asiste la razón, disfracen los hechos como los quieran disfrazar.
Como editora asumiré el perjuicio económico que le pueda causar al autor.
En fin: como es evidente que la intención de SEFAC, aparte de "escaquear unos duros", es evitar que sus asociados conozcan el informe (debieron pensar que si compraban la licencia corporativa no podrían justificar ante los socios el secuestro del dossier), he
llegado a un acuerdo con la editora y pueden adquirir Atención Farmacéutica en España. Agentes, estrategias y políticas a
mitad de precio (solo 12 euros), simplemente introduciendo la clave "sefac" (sin comillas y todo en minúsculas) en el cupón de descuento que aparece a la izquierda en la pasarela de pago con tarjeta. Estos son el enlace (y el código QR):





Y si a alguien le indigna todo esto desde el punto de vista ético tanto como a mí, pueden enviar un correo al presidente de SEFAC, el señor Jesús C. Gómez Martínez, afeándole esta conducta tan impropia de una organización profesional seria y decente (presidente@sefac.org).

Si lo hacen contribuirán a que sigan existiendo el pensamiento crítico y los analistas independientes. Si no, nos iremos extinguiendo y los burócratas, cuya falta de ética se estará avalando, se quedarán con todo el terreno libre para sus tejemanejes.

Muchas gracias y buena suerte.






miércoles, 24 de julio de 2019

Desempleo en las profesiones sanitarias: ¿Crisis? ¿Qué crisis?

En esta entrada, que previamente he resumido en forma de hilo en Twitter, analizo el fenómeno del desempleo en las tres profesiones sanitarias más importantes: por orden alfabético, enfermería, farmacia y medicina.

Antes de entrar en faena, es preciso explicar algunos tecnicismos, no muy complicados. En primer lugar, los datos de desempleo disponibles son de paro registrado, extraídos de los informes mensuales de mercado de trabajo de personas tituladas del Servicio Público de Empleo Estatal, SEPE. A pesar de los inconvenientes metodológicos que ahora explicaré, no existe alternativa, puesto que la Encuesta de Población Activa del Instituto Nacional de Estadística no nos proporcionan datos con el nivel de desagregación y fiabilidad que necesitamos.


El paro registrado se extrae de las estadísticas de los servicios de empleo autonómicos a partir del número de personas inscritas en ellas, inscripción que puede ser conveniente, pero no obligatoria, salvo cuando se perciba algún subsidio o prestación por desempleo. Aunque no existen datos fiables, a partir de una serie de encuestas que realicé dentro del colectivo de enfermeras, una nacional y tres autonómicas con un total de más de 6.000 respuestas, puedo calcular que aproximadamente un 15%-20% de los desempleados no se inscriben en las oficinas de empleo. Si a ello le añadimos que el Servicio de Empleo Público Estatal cocina –a la baja, claro– los datos de demandantes de empleo (‘metodología SISPE’), el desempleo real debe ser en torno a un 25% superior al registrado.


Pero como lo que nos interesa es analizar series temporales largas, vamos a aceptar que estos ‘artefactos’ se mantienen estables en el tiempo y afectan de manera más o menos constante a todas las series.


Un segundo tecnicismo: el empleo sanitario está muy influido por la estacionalidad. Por ejemplo, si analizamos el paro registrado mes a mes durante casi nueve años, encontramos algo que se parece más a un electrocardiograma que a una estadística:



















Como se indica con los iconos, los períodos vacacionales, especialmente verano y navidades, suponen una disminución importante, especialmente en verano, del desempleo, debido a las sustituciones y refuerzos de las plantillas estructurales. Lo que hacemos para descontar el efecto estacional es promediar cada mes su dato con el de los once meses anteriores: la famosa TAM (tendencia acumulada o anual móvil). De esta manera, analizamos ‘tendencias’ y no los erráticos datos mensuales (otra alternativa sería comparar exclusivamente un mismo mes de cada año, pero dependiendo de cuál sea, de mayor o menor empleabilidad, nos daría datos sesgados.)


A modo de curiosidad, si para médicos y enfermeras agosto es el mes en que se reduce más el desempleo, en el caso de los farmacéuticos ese mes es julio (debido seguramente al cierre en agosto de más farmacias, en las que trabaja el 85% de los farmacéuticos españoles.)


Dicho todo lo anterior, vamos a presentar los datos, empezando con los de las enfermeras, profesión a la que cuantitativamente afectó más –¡y antes!– la destrucción de empleo:















Aunque el incremento del desempleo fue atroz (aumentó en apenas tres años nada menos que un 175%, es decir, casi se triplicó) las enfermeras recuperaron el nivel de desempleo previo a la crisis en junio de 2017. Y ese incremento entre 2010 y 2013 no fue mucho más doloroso (se hubiera cuadruplicado) por el efecto Bolonia, ya que al aumentar de tres a cuatro años la formación de pregrado, entre 2010 y 2012 egresaron de las facultades casi 8.000 enfermeras menos, equivalentes prácticamente a una cohorte anual.


Esa recuperación del desempleo previo no les sucedió a los farmacéuticos, que aunque sufrieron mucho menos la destrucción de empleo (solo un 60% de aumento en el número de desempleados), mantienen el paro registrado en los niveles de enero de 2012 y aún tienen 400 parados más que en 2010. Incluso detectamos una ralentización en la disminución del desempleo registrado, en términos agregados, en los últimos meses (lo veremos con más detalle):











El hecho de que la Farmacia haya visto destruirse mucho menos empleo que enfermeras y médicos se explica por su exposición mucho menor al empleo público (el 85% del empleo farmacéutico se produce en las oficinas de farmacia y casi un 10% adicional, en la industria y aledaños.)


¿Qué sucede con los médicos? Pues una situación mixta: como les sucedió a las enfermeras, el incremento del paro fue tremendo, (más de un 150%); pero, como les sucede a los farmacéuticos, tampoco han recuperado los niveles de desempleo previos a la crisis, que actualmente si sitúan en los de noviembre de 2011:



Entraremos ahora en un análisis comparativo de la evolución del desempleo durante estos nueve años; pero antes… otro tecnicismo, también light: para poder comparar magnitudes muy diferentes y que la gráfica tenga sentido, tenemos que utilizar una base común que, por conveniencia es 100 en el mes basal (inicio de la serie). Así, captamos la evolución de la tendencia para cada una de las series (profesiones), pero podemos compararla mejor, independientemente de que una serie tenga un pico de 16.000 y otra, de solo 2.000: una representación e términos absolutos no nos permitiría obtener algo de fineza en las series con valores más pequeños. Véase:


¿A que solo se percibe cierto detalle en la serie de las enfermeras, que es la de mayor volumen? ¿Mejor de esta otra manera, no?















Puede verse cómo la crisis –especialmente la del gasto público– destruyó algo más de empleo entre las enfermeras, que entre los médicos, pero destaca la rápida evolución a la baja del paro que experimenta aún enfermería. Efectivamente la línea de tendencia es inequívoca, lo que no sucede con las otras dos profesiones, aún ligeramente ascendentes en esta serie larga:













Si miramos la evolución en los últimos tres años (de nuevo, TAM en base 100, mayo 2016), podemos visualizar mucho mejor las tendencias, que son suficientemente elocuentes: el desempleo se ha reducido un 45% para enfermería, un 35% para medicina y 22% para farmacia:
















Bien es cierto que influyen factores exógenos, como la tasa de producción de profesionales, que podemos apreciar en el siguiente gráfico:




Entre los cursos 2013-2014 y 2017-2018 (último disponible) el número de enfermeras egresadas ha disminuido en 1.750, un 15%, lo cual supone, redondeando, que se incorporan unas 450 menos cada año a la población activa, aliviando lógicamente la presión sobre las bolsas de empleo; pero también, como empezamos a ver este mismo año, supone que a muchos servicios de salud les está resultando imposible cubrir las sustituciones de verano. Y por otro lado, esta situación consentida casa mal con las propuestas de los representantes enfermeros de incorporar 80.000-120.000 enfermeras (según el año) para equiparar nuestras ratios de enfermeras por población a las de nuestro entorno europeo (o de la OCDE, según el caso). Lo cual, si se me permite –y si no se me permite también: los hechos son los hechos es un desatino demagógico porque no se tienen en cuenta factores diferenciales en la estructura de recursos humanos de nuestro país y se ignoran artefactos de orden metodológico e instrumental en las estadísticas internacionales.

Aun así, parece que la situación tiende a ir revirtiéndose a medio plazo: los egresados (vale, el 90%) en 2018 entraron en las facultades en el curso 2014-2015; y fueron 12.248. Y aunque el siguiente curso, 2016-2017, dio el dato más bajo desde que existe información desagregada, con solo 12.189, en 2017-2018 se matricularon en primer curso 12.567 y en el actual, 2018-2019, el número volvió a ascender, hasta superar los 13.000 (13.002, exactamente).

Otro factor mediador es el número de profesionales que salen de la población activa española porque deciden trasladarse a terceros países; carezco de datos para enfermeras y farmacéuticos, pero sí disponemos de información con respecto al colectivo médico: hace unos meses se cifraba en casi 23.500 el número de médicos españoles que solicitaron el certificado que les permite ejercer en el extranjero entre 2011 y 2018. Este es el detalle:


Como puede verse, entre 2011 y 2014, el período más duro del ajuste de plantillas, el número de médicos que emigraron se elevó en un 140%, lo cual tiene su lógica sociodemográfica; pero lo que no tiene una explicación tan fácil es que en los momentos de salida de la crisis el número anual de médicos migrantes se resiste a descender e incluso muestra una leve tendencia a incrementarse. 2018 proporciona el número más alto de la serie(*).


En cuanto a las enfermeras, había más de 8.000 migrantes en 2014 y según el Consejo General del ramo, aunque no aporta cifras concretas –o no hemos sabido encontrarlas–, desde entonces no ha hecho sino declinar, habiendo bajado bruscamente desde unos pocos miles al año a unos pocos muy pocos– centenares. Naturalmente, el factor diferencial entre ambos colectivos es que el descenso en la tasa de desempleo de las enfermeras fue mucho más rápido y amplio que en el caso de los galenos.

Naturalmente, el ritmo de reducción del desempleo se va ralentizando, dado que –como veremos– el desempleo total se va acercando en sus cifras al estructural. El desempleo estructural (por simplificar, el nº de parados en el mes del año con menor tasa de desempleo) nos mostraría el número medio de profesionales que han estado todo el año en paro (en términos estadísticos, no nominales). El desempleo total, el número medio de profesionales que han estado desempleados en algún momento del año. La evolución del desempleo estructural es la siguiente:


Con el último dato disponible (2018), el desempleo estructural representa el 77% del desempleo medio (promedio anual) para las enfermeras; el 88% para los farmacéuticos; y el 90% para los médicos. Lo cual es un indicador indirecto, no solo de la tasa de reposición en bajas, vacaciones, reducciones de jornada, jubilaciones, etc., sino también de creación de empleo estructural (al margen de que los puestos se cubran con contratos temporales o interinidades):


Voy acabando… ¿Es mucho o poco desempleo? Considerando los niveles existentes en la población general, incluso entre las profesiones tituladas, es desempleo es muy bajo comparativamente (otra cosa es la precariedad). Dado que no tenemos otros datos para el cálculo de profesionales activos (ocupados + parados), usamos un proxy, que son los colegiados no jubilados. Y esta es la situación en cuanto al paro: 4% (farmacia), 2% (enfermería) y apenas 0,6% (medicina):

Como hemos advertido al principio, la tasa real de desempleo podría ser un 25% superior, debido a que no siempre es obligatoria la inscripción en los registros de empleo y a la cocina de los datos por parte del SEPE; por tanto, redondeando, la tasa de desempleo real se situaría en torno al 5% para los farmacéuticos, un 3% para las enfermeras y un 1% para los médicos. Tasas realmente bajas.

La eliminación del desempleo estructural debería ser el principal objetivo, con respecto al empleo, de los agentes profesionales; ello es así porque los activos no ocupados son necesarios, hasta cierta tasa, para cubrir las bajas temporales de los activos ocupados, quienes de no ser por ellos no podrían ser sustituidos en caso de baja voluntaria o involuntaria, con las nefastas consecuencias que no es necesario resumir aquí. Y en este sentido, la peor situación la sufre el colectivo de farmacia, que tiene al 3,4% de sus casi 70.000 colegiados activos (en torno a 2.350) en situación bloqueada en cuanto al acceso a un empleo a lo largo de todo un año:


Cada colectivo ha adoptado una estrategia diferente para intentar cubrir este objetivo:
Al margen de las reivindicaciones –a veces, ensueños– de cada representación profesional, si se quiere acabar con el desempleo estructural tendrían que crearse 3.400 plazas para enfermeras, 2.350 para farmacéuticos y 1.150 para médicos; es decir, en torno a 7.000 empleos estructurales, solo entre estos tres colectivos más numerosos de la sanidad española.

Aunque al tratarse de un promedio nacional, allí donde se esté por encima de la media no se planteará reducir para aproximarse: solo donde se esté por debajo se aceptará tal aproximación, ya que supone ampliar recursos. O sea...



(Este último aspecto, el de las estrategias de los agentes profesionales, lo desarrollo mucho más –y espero que también mejor– en el capítulo 4 de mi última publicación, Atención Farmacéutica en España. Agentes, estrategias y políticas, que pueden conocer y comprar pinchando sobre la imagen, tanto particulares (24€) como organizaciones profesionales (colegios/consejos, asociaciones y sociedades científicas).)

Muchas gracias por llegar hasta aquí.







martes, 9 de julio de 2019

« Atención Farmacéutica en España. Agentes, estrategias y políticas »

Ya está disponible para su venta a particulares el primer informe general independiente sobre el movimiento de la Atención Farmacéutica en España. Su PVP es de 24 euros y puede ser adquirido con tarjeta de crédito/débito o PayPal pinchando sobre este enlace.
Si se prefiere la compra mediante transferencia bancaria, los detalles los pueden encontrar pinchando sobre este otro enlace.

Nota.- Esta licencia es para uso estrictamente particular. Si desea adquirir una licencia corporativa, que permite compartir el documento dentro de su organización (colegios, asociaciones, administraciones), por favor envíe un correo a edicioneslabucanera@gmail.com y se le informará sobre el procedimiento y precio.


Dado que la inmensa mayoría de los colegios de farmacéuticos (47 de 52) han rehusado adquirir una licencia corporativa para distribuir este informe independiente entre sus colegiados, la editora ha decidido, a diferencia de otras ocasiones, abrir el documento para que pueda ser adquirido a título particular.
¿Por qué creemos que todos los profesionales sanitarios, de manera muy especial los farmacéuticos, deberían poder tener acceso a este documento? Por al menos tres razones:
  • En primer lugar, por su enorme valor como fuente de información. El documento, de casi 200 páginas, tiene 335 notas a pie, 326 de las cuales hacen referencia a documentos; en concreto, 11 textos legales, 66 noticias o notas de prensa, 100 documentos técnicos –55 nacionales y 45 de otros países– y 149 referencias bibliohemerográficas, 33 españolas y 116 internacionales. Información, además enormemente actualizada; de las 249 referencias a documentos y artículos, 83 fueron publicados en 2018-2019; 88, entre 2015 y 2017; 54, entre 1010 y 2014; y las restantes 24, con anterioridad (por lo general, bastante anterioridad, porque son referencias básicas en sus respectivos campos). Es decir, que la inmensa mayoría de esos 250 textos (el 90%, para ser exactos) se ha publicado en el último decenio.
Pero lo más importante es que todos y cada uno de los 326 documentos citados están enlazados para su consulta o descarga directa con un solo clic en su dispositivo electrónico de preferencia. De ahí que la distribución este documento, tal y como está concebido y para que pueda ser aprovechado todo su potencial, solo tenga sentido en formato electrónico; no obstante, está perfectamente maquetado para su impresión, también con solo un par de clics, para aquellos lectores que se sientan más cómodos leyendo en papel, pero sin perder el acceso a los enlaces del fichero/documento electrónico.
Todos los artículos, salvo los más antiguos no indexados, llevan incorporado el DOI (digital object identifier = identificador de objeto digital) y aunque aparece reducido y sin el formato usual, para no estorbar demasiado, el metadato lleva incorporado el DOI completo, de manera que con un solo clic se accede a la dirección web donde puede descargarse –si no está protegido o se tiene acceso institucional a la editorial– o consultar su abstract.
  • En segundo lugar, la información es la base del conocimiento y ya hemos visto que se ha acudido a una documentación ingente; pero es la lectura que se hace de la información lo que genera verdaderamente el conocimiento; y sin duda sorprenderán algunas de las lecturas que se realizan en Atención Comunitaria en España. Agentes, estrategias y políticas, interpretaciones o valoraciones de los hechos que sin duda escapan a los agentes profesionales implicados, precisamente por eso: porque están implicados y es muy difícil leer la realidad sin que sea a través de las lentes de los propios valores, experiencias, relaciones e intereses. Y ese es otro valor añadido del documento: su independencia y la completa ausencia de cualquier conflicto de intereses por parte del autor.  
  • Y en tercer lugar, dentro de las razones por las cuales recomiendo el documento, es que el enfoque de edición que utilizamos permite una absoluta actualización de los contenidos, una gran agilidad para incorporar sobre la marcha los últimos acontecimientos o novedades. Por poner solo unos pocos ejemplos, en esta edición se incorpora el último informe de la AIReF sobre medicamentos de receta, el documento con la nueva definición de atención farmacéutica de la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria (documento de Barbate) o las últimas actualizaciones de los programas para la contratación de farmacéuticos clínicos en las farmacias comunitarias de Inglaterra o Gales.

A continuación reproduzco la tabla de contenidos (pinchar sobre la imagen para ampliar): 





martes, 2 de julio de 2019

Élites profesionales, ‘que todo quede en casa’: el caso de la Farmacia


En 2010 recibí un encargo profesional para presentar un dossier sobre la profesión enfermera. Este encargo fortuito dio lugar a mi publicación La enfermería frente al espejo: mitos y realidades (Fundación Alternativas, 2010) en la cual mezclaba mis dos almas profesionales: la investigadora y la consultora. Quiero decir que no se trataba de un texto meramente descriptivo o neutral, sino que también me atreví a dar una serie de pistas para que la profesión pudiera debatir y progresar frente a un inmovilismo radical de sus élites profesionales.


Naturalmente, algunas de mis proposiciones disgustaron a estas élites, pero pude debatir intensamente con la profesión, en artículos, posts y redes sociales y presencialmente, en decenas de conferencias y mesas redondas a lo largo de todo el país. Hasta que se acabó la diversión: llegó el comandante y mandó a parar: el Consejo General enfermero interpuso una querella penal contra mi persona por injurias y calumnias y aunque fui absuelto en instancia y en apelación, dio sus resultados, ya que –aparte de los costes de defensame expulsó del debate y, así, las aguas volvieron a su cauce. Que todo quede en casa es muy importante para las élites que intentan secuestrar el sentir y el pensar de la profesión. De hecho, en la vista oral de juicio el presidente enfermero pidió a la magistrada que no me dejara opinar con el argumento de que «ni siquiera es enfermero

Haciendo balance, creo haber aportado bastante a las enfermeras y a su profesión durante estos años, haber avivado un debate que solo con aportaciones internas hubiera sido mucho más limitado, menos autocrítico y más repetitivo del argumentario oficial.

Como verán, por lo anterior, tengo gran experiencia personal para hablar sobre el gran temor de las élites profesionales a la entrada de intrusos que aporten una mirada externa, limpia y libre de sesgos en los debates internos. Es cierto que el de la enfermería en aquellos años se trababa de un caso extremo de corrupción y matonismo que no se da –¡espero!– en otros gremios, menos aún en el que voy a traer a escena a continuación.

Por otra de esas casualidades, hace unos 15 meses recibí otro encargo profesional que me introdujo en una profesión bastante ignorada para mí –la profesión médica la tenía más que estudiada desde años antes, por ejemplo–: la profesión farmacéutica; en concreto, los farmacéuticos comunitarios (los profesionales que trabajan en las oficinas de farmacia, para quienes no estén familiarizados con esta terminología, adoptada en casi todo el mundo y que por aquí parece molestar bastante). Al sumergirme por vez primera en el tema encuentro materia muy interesante para un sociólogo de las profesiones y decido profundizar, dedicando buena parte de esos cinco o seis meses a lo que considero un ámbito de estudio inspirador. No solo por motivos intrínsecos –se trata de un objeto de estudio fascinante: el alma de investigador–, sino también extrínsecos –la detección de unas dinámicas un tanto endiabladas para todos los agentes directa o indirectamente implicados: el alma de consultor–.

Fruto de aquel encargo fue el libro Atención farmacéutica: mitos y realidades, un texto un tanto producto de la urgencia ante el enorme cisma producido dentro del entorno profesional sanitario, especialmente entre las organizaciones farmacéuticas –y su entorno– y enfermeras, una disputa de jurisdicciones, como diría Abbott, basada más en insultos y descalificaciones globales que en hechos y reflexiones (y con aportaciones esporádicas, pero no inocuas, de organizaciones médicas.)

Aquel libro obtuvo muy poco alcance (excepto entre las organizaciones enfermeras), lo cual es posible que le proporcionara, en aquel contexto fratricida, un cierto halo de informe pro-enfermero y, por tanto, anti-farmacéutico. Nada más lejos de la realidad, pero lo cierto es que, desde un punto de vista comercial –recuperar, y a ser posible rentabilizar, la importante inversión realizada–, aquello fue un desastre.

Pero como dicen que el humano es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, cuando mi editora me sugiere actualizar la segunda edición “a ver si así funciona mejor”, lo que hago es pedirle un mes… que se convierten en cuatro. Y hace un par de semanas lanzamos Atención Farmacéutica en España. Agentes, estrategia y políticas. En este tiempo he podido bucear algo más en las relaciones con el entorno sanitario y, sobre todo, obtener más conocimiento sobre la evolución histórica de la farmacia comunitaria, en España y también internacionalmente.

La conclusión fundamental del dossier es que la estrategia del lobby de la atención farmacéutica (AF) está profundamente equivocada y puede resultar dañina; sobre todo para la propia farmacia comunitaria, pero también para las políticas profesionales cooperativas y en definitiva para el propio sistema de salud. Estoy (intelectualmente) convencido de que un rol extendido de las farmacias dentro de sus áreas de conocimiento y expertise sería importante para el Sistema Nacional de Salud, para los ciudadanos y también para los propios farmacéuticos; pero también de que el mantra estratégico de una AF voluntaria y retribuida, si bien parece funcionar como gancho interno porque promete mucho a cambio de poco, es inviable en términos sanitarios, sociales y financieros y además resulta incompatible con la defensa a ultranza del modelo español de farmacia comunitaria que parece asumir la mayor parte de la profesión.

Desde un enfoque meramente empírico, la evidencia de que en los últimos años no se ha avanzado mucho (más allá de declaraciones retóricas) en la hoja de ruta marcada en el Documento de Consenso de 2008 y refinada en la Declaración de Córdoba de 2014 recomienda no seguir insistiendo acríticamente en una estrategia tan frustrante.

Para muestra, unos reciente botones: solo en el último año la farmacia comunitaria ha visto convertirse lo que parecía todo un camino de rosas en uno solo de espinas, con cinco proyectos, todos ellos importantes, claramente frustrados.

Las leyes de farmacia de Madrid y Galicia, presentadas como punta de lanza del movimiento de la AF –un intento de desbordar el estrecho marco normativo estatal por la vía de los hechos, con la complicidad de algunas administraciones autonómicas–, se han quedado, simplemente, en nada (y en el caso de Madrid con el coste añadido de una seria fractura entre el Colegio de Madrid y el Consejo General). Por lo que respecta a Galicia, la transformación, a muy última hora y sin avisar, de que a determinados pacientes «se les podrá presentar una atención farmacéutica domiciliaria» por «podrán serles dispensados medicamentos en su domicilio, con entrega informada» recuerda a lo que sucedió con el decreto de 'prescripción enfermera' en 2015.

También se frustró el prometedor Decreto valenciano que regula la concertación de servicios profesionales farmacéuticos asistenciales, simplemente por la inclusión de una subordinada («dentro de las definidas en el artículo 86 del Real decreto legislativo 1/2015, de 24 de julio, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley 29/2006, de 26 de julio, de garantías y uso racional de los medicamentos y productos sanitarios, y demás normativa aplicable»). Rectificación in extremis que, por cierto, no ha impedido que los consejos General y Autonómico de Enfermería hayan recurrido la norma (como también el sindicato CSIF.)

Añadamos dos asuntos más, uno simbólico, claramente político el otro.

El primero es el caso de El Boalo, que se había convertido en todo un símbolo de la AFD, donde la Comunidad de Madrid suspendióun convenio mediante el cual la farmacéutica titular prestaba servicios asistenciales; la frustración del colectivo profesional fue patente y las reacciones, no exentas de una demagogia impropia de ciertos titulares: «¿Quién se ocupará ahora de las personas muy mayores de El Boalo? En El Boalo hay 6 personas mayores de 85 años que no existen para algunos partidos de la Asamblea de Madrid».

El segundo es la redacción final del Marco estratégico para la atención primaria y comunitaria aprobado por el Consejo Interterritorial del SNS y publicado por el Gobierno en el BOE del 7 de mayo pasado, que supone un refuerzo de los farmacéuticos de atención primaria frente al papel subordinado de la farmacia comunitaria, reconocida como agente muy de de pasada, con una sola mención en sus seis líneas estratégicas, 23 objetivos y 100 acciones: «La farmacia comunitaria puede desarrollar su papel de agentes de salud, en coordinación con los y las médicos/as, enfermeros/as y farmacéuticos/as de los EAP, para favorecer un mejor uso de los medicamentos».

No es muy difícil, si uno emplea el tiempo, documentación y neuronas suficientes y procura atender a los hechos, antes que a las emociones, darse cuenta de que el Foro liderado por el CGCOF y la SEFAC está siguiendo una hoja de ruta absolutamente errónea que no ha permitido ningún avance significativo en diez años en la senda de la atención farmacéutica asistencial y los servicios profesionales farmacéuticos asistenciales. A pesar de los ingentes recursos, esfuerzos y empeños de sus protagonistas. Frustración que es expresada, con desesperación y melancolía, por ellos mismos: «No podemos seguir haciendo pilotos y que nos sigan acusando de intrusos».

Ahora bien la alternativa que tiene el Foro es continuar diciendo –y vendiendo al colectivo profesional– que los malos son los otros; que es por culpa de los otros que la farmacia asistencial no avanza; que por algún motivo sospechoso –en un sector donde lo sospechoso acostumbra a estar a este lado del río– la administración no nos escucha y hace más caso a los otros. Y que nosotros, con nuestros pilotos y nuestros stands, seguimos haciendo profesión.

Entiendo que no es fácil aceptar que venga alguien de fuera y te ponga frente al espejo de una realidad que no tiene nada que ver con el discurso oficial. Es cierto que todo esto molesta. Que desde dentro de la profesión no se dicen así las cosas, que se adornan, se suavizan y se empatizan. Pero, aun simpatizando con esta profesión tan fundamental en las políticas de salud (y sociales), creo que es mucho más importante que los farmacéuticos puedan conocer otra visión, documentada y argumentada, porque en mi caso es un relato basado en pruebas, no en deseos (ni positivos ni negativos). Y, en este campo, el del estudio de las profesiones sanitarias, no soy precisamente un mindundi, sino un referente (con perdón por la inmodestia.)

De ahí que el método de distribución pensado para el dossier fuera de carácter corporativo, de manera que las entidades corporativas y científicas (colegios y sociedades) pudieran entablar un diálogo o debate con sus representados. Una propuesta ingenua, claro, pero congruente con el propósito de la obra y con las convicciones del autor. Como cabía esperar, el dossier –el nuevo, como el anterior– no lo ha comprado hasta la fecha, para distribuir a sus colegiados, ni uno solo de los 52 colegios. Ello responde en la mayoría de los casos, sin duda, a instrucciones o políticas emanadas explícitamente desde la cúpula institucional. Y estas instrucciones llegan hasta los medios de información del sector, a los que se “recomienda” no prestar presencia –incluso cancelando entrevistas programadas– al dossier ni al autor.

Y que, aunque lo mas habitual es que los responsable de los colegios pretendan no darse por enterados –en ocasiones dando las gracias amablemente, incluso descolgando el teléfono, pero diciendo que ‘no interesa’, sin más–, a veces sí dejan traslucir sus percepciones.

Entre el proteccionismo…
«Consideramos que disponemos de suficientes fuentes de información en materia de atención farmacéutica para resolver las cuestiones planteadas por nuestros colegiados.»
… y la pasivo-agresividad:
«No nos interesa gente ajena al sector que venga a decirnos lo que tenemos o no tenemos que hacer
Así que, aunque no pensábamos la editora y yo que fuera necesario porque comprar una licencia para los cientos o miles de colegiados le hubiera costado a cada colegio menos de lo que gastarán 20 de ellos cuando compren esta licencia individual, hemos activado la distribución minorista. Si les interesa acceder al dossier, pueden hacerlo (por 24 €) siguiendo este enlace para el pago con tarjeta o PayPal:


(Si prefieren realizar el pago mediante transferencia bancaria, en este enlace tienen las instrucciones).

Sin duda estará contribuyendo a compensar, como sucedió en el caso de la profesión enfermera, nuestra aportación profesional para ampliar la base de conocimiento sobre el tema y para intentar que las élites profesionales no secuestren un debate más que necesario (y urgente), simplemente para no reconocer que existen aspectos en los que se están equivocando.

Muchas gracias.