jueves, 21 de diciembre de 2017

Transición



 (I)

Empezaré alto y claro: hace falta tener más cara que espalda para mantener judicialmente acosada a la Junta de Gobierno del Colegio de Enfermería de Murcia por convocar elecciones coincidiendo con Semana Santa y, mientras, convocar elecciones a la Presidencia del Consejo General de Enfermería un viernes, coincidiendo además con el puente del Pilar y dejando únicamente hábiles cuatro de los ocho días de presentación de candidaturas.

Lo mismo, mismito, que se reprocha a Murcia, con la diferencia de que en este caso se hizo exactamente a los cuatro años de la anterior convocatoria y en el caso del Consejo no existieron razones de calendario ni de especial urgencia para adelantar o atrasar la convocatoria un par de semanas a fechas más convenientes.

Pero hace falta tener la cara aún más dura que larga para seguir adelante con el acoso a pesar de que la Junta de Murcia, para despejar las dudas que pudieran subsistir sobre manipulación o ilicitud en la convocatoria, volvió a convocar elecciones un año después con todas las garantías de limpieza y transparencia posibles.

Porque eso fue exactamente lo que hizo la Comisión Ejecutiva del Consejo General en 2011: una vez suspendidas las elecciones de 2006 por sentencia firme del Tribunal Supremo de 3 de noviembre de 2010 —que declaró nula la candidatura del anterior presidente por no reunir los requisitos exigibles para ser candidato—  las volvió a convocar. Recurrida la convocatoria, puesto que el candidato seguía sin reunir el requisito legal, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid, en Auto de 11 de mayo de 2011, avaló la convocatoria de elecciones hecha por la Comisión Ejecutiva, con el siguiente argumento:
«Lo que en modo alguno parece que pueda ponerse en duda es que la apertura de un proceso electoral nuevo (...) con plenas garantías para quienes tengan interés en participar en él, es una respuesta auténticamente democrática a un problema planteado en relación con la legitimidad de un órgano representativo
Pues eso: que hace falta tener una visión utilitaria (conveniencias) de términos como democracia o derecho, en lugar de haber interiorizado los valores cívicos que transmiten (convicciones), para negar  —y siquiera mencionar, como si no recordándolo no hubiera existido—  que la convocatoria y realización de las elecciones del 18 de mayo de 2017 a la Junta de Gobierno del Colegio de Murcia no fue sino «una respuesta democrática a un problema planteado en relación a la legitimidad de un órgano representativo». Como en 2011.

Y si se nos dice que el problema es que al haber sido cesada la Junta de Murcia por Resolución de parte (del Consejo General) no tenía legitimidad para convocar elecciones, les recordaré que la destitución por el Supremo de Máximo González como presidente del Consejo General conllevaba automáticamente el cese de la Comisión Ejecutiva, en virtud del artículo 29.8 de los Estatutos Generales de 2001:
«El cese del Presidente por renuncia, por moción de censura o por cualquier otra causa acarreará el cese de los miembros de la Comisión Ejecutiva designados por él.»
Por tanto, cesada la Comisión Ejecutiva, carecía asimismo de legitimidad para convocar el nuevo proceso electoral. ¿Lo que entonces valió, porque al Consejo le interesaba que valiera, ahora ya no vale, porque no interesa que valga para Murcia?


 (II)

En la Asamblea General de presidentes colegiales celebrada el pasado día 14 de diciembre (a la que, por cierto, no asistió el presidente de la impostora Junta de Edad de Murcia), el nuevo presidente, Florentino Pérez Raya, prometió un estilo participativo y dialogante, habló de "transversalidad", de contar con todos los colegios... Parece que sus palabras fueron muy bien acogidas y causaron un impacto muy positivo entre los presidentes colegiales.

Ahora tiene la oportunidad de demostrar que se acabó la época de acoso y derribo del rival político, de la manera más efectiva: dialogando y negociando con el Colegio de Murcia una solución a los problemas bilaterales. Porque el contencioso de Máximo González con Amelia Corominas no tiene su origen, ni de coña, en problemas de democracia o legalidad, sino en el hecho de que desde el Colegio de Murcia se hayan presentado recursos contencioso-administrativos en los tribunales contra los dos últimos procesos electorales a la Presidencia del Consejo General: el de 2015, en el que resultó elegido Máximo González frente a su rival, Florentino Pérez, y el de hace apenas dos meses, en el cual resultó proclamado este último como único candidato que consiguió ser propuesto por más de 15 colegios.

El objetivo de cargarse a la Junta de Murcia no parece ser otro  —no se me ocurre nada más en este contexto— que hacer que la Junta de Edad, extralimitándose en sus funciones ya que su única competencia estatutaria sería convocar nuevas elecciones, retire el apoderamiento del Colegio en ambos contenciosos y se allane (retire) de los mismos. Porque si Máximo González incumplía los requisitos, el caso de Florentino Pérez ya es de traca, puesto que llevaba (desconozco si sigue) desde el 1 de abril de 1991  —¡más de 26 años!—  de alta y en nómina del Consejo Andaluz de Enfermería. Y no precisamente como enfermero de empresa (supongo).

Si el Consejo General ha sido capaz de llegar a un acuerdo con el Colegio de Madrid, que le adeudaba más de 17 millones de euros; y con los tres colegios de la Comunidad Valenciana, con una deuda conjunta superior a los 30 millones de euros, ¿no va a ser capaz de llegar a un acuerdo con un Colegio que ha cumplido escrupulosamente sus obligaciones económicas con el Consejo General? ¿Va a resultar que para que se entable una negociación es necesario antes haber dejado de pagar? ¿Sólo se puede negociar si hay pasta por el medio? ¿Dónde queda el nuevo estilo participativo y dialogante que se proclama? ¿En meras palabras o también en los hechos?


 (III)

Según el Consejo General de Enfermería (Circular 38/2017), la denuncia ante la Fiscalía que presenté junto con otras personas responde a una campaña de «acoso, falsedades y manipulaciones», dirigida a salvar mi pellejo ante la querella penal interpuesta contra mi persona por Máximo González. (Quien por cierto no se presentó el pasado día 13 de diciembre ante el Tribunal, motivo por el cual hubo de posponerse el juicio hasta el próximo 29 de mayo de 2018).

Lo cierto es que no es así. Denunciar la corrupción en este País es demasiado arriesgado, como estoy comprobando desde que el 19 de noviembre de 2012 el Consejo General me dedicara mi primera circular, en la que quien me acusa a mí de injurias en los tribunales me tildaba de aprendiz de Goebbels, «ministro de comunicación del democrático gobierno nazi alemán»  —por cierto, dentro de su delirio conspiranoico, en connivencia con «el sindicato enfermero de siempre», qué vueltas da la vida—. Lo cierto es que mis pesquisas comenzaron seis meses antes de recibir la citación para comunicarme la querella, en base a abundante documentación que me fue entregada anónimamente por alguien sin duda de dentro y seguidor o conocedor de mis denuncias en este querido y maltratado blog.

Pero lo que quería decir en este momento es lo siguiente: me he ganado una notable fama de extremista, incluso entre quienes me han mostrado su apoyo y cercanía personales. Al parecer, hay formas y formas de decir las cosas y sobre todo de callarlas cuando conviene. De ahí que estén, por un lado, los glamurosos  —permítanme que los llame así— y los salvajes, entre los cuales al parecer me cuento, como otras personas o grupos dentro de la enfermería, porque la información/documentación que nos llega y que demuestra la existencia de presuntas corruptelas en el seno de la organización colegial la publicamos, enlazamos y explicamos, no importa el cabreo soberano de los padres de la patria.

Pero permítanme sostener que hemos sido los extremistas o salvajes quienes hemos hecho progresar al Consejo General y a la organización en su conjunto. Queda mucho que hacer, pero no me negarán que se ha ido caminando...

  • Máximo González no cumplió, por apenas un par de meses, su 30º cumpleaños como Líder Eximio de la Mejor Enfermería del Mundo. Tuvo que abandonar el puesto. Nadie cree que fuera  —únicamente, al menos—  por motivos familiares. Hasta aquí puedo leer... perdón, escribir.
  • La Comisión Ejecutiva, el órgano que gobierna el Consejo General, antes estaba formado por siete hombres y una sola mujer y actualmente han alcanzado la paridad: cuatro y cuatro. Es un avance hacia el dos y seis, no me lo negarán...
  • Hay tres miembros, frente a cero antes, que son cuarentones o cincuentones, entre ellos el segundo de a bordo. Unos chavales entre tanto sexagenario (o más).
  • Por primera vez en la historia, el abusivo alquiler que pagaba el Consejo a la Fundación privada dueña del edificio, como denuncié aquí, ha sido menor que el del año anterior. Vean, para resumir, la evolución en los últimos cinco años disponibles:
    • 2012 = 406.000 euracos.
    • 2013 = 412.000.
    • 2014 = 413.000.
    • 2015 = 435.000.
    • 2016 = 415.000.
Este (2016) es el último ejercicio con las cuentas cerradas. Pero si para 2017 se aprobaron hace ahora un año nada menos que 470.000 euros, para 2018 se ha aprobado hace una semana un presupuesto de solo 415.000.
  • Y a raíz de la información desvelada en este blog, el expresidente del Consejo confirmó en rueda de prensa que la Comisión Ejecutiva  —saltándose, eso sí, a la Asamblea General, que era el órgano competente para aprobarlo, un hecho por el que el nuevo presidente pidió perdón, pero justificó la urgencia porque era un chollo... de 2,2 millones—  aprobó la compra de un solar y está construyendo una sede propia que le permitirá por fin librarse de sus codiciosos arrendadores. Desde luego, si los aproximadamente siete millones que se ha embolsado la fundación privada de Máximo González y Pilar Fernández en concepto de alquileres (un 300% superiores a  los más caros de la zona, según tasación de 2016) se hubieran destinado desde 1997 a pagar una hipoteca, el Consejo tendría hoy una magnífica sede propia. ¿Más vale tarde que nunca?
  • Last but not least, en la última Asamblea General la Comisión Ejecutiva recibió unos muy asombrosos 15 votos en contra de sus cuentas y presupuestos, más tres o cuatro abstenciones, algo sin precedentes en la historia reciente del CGE. Ello demuestra que el conocimiento de la denuncia presentada ante la Fiscalía, por mucho que haya sido archivada hasta que reabra la causa un órgano judicial, pero sobre todo el hecho de que esta información no fuera puesta en conocimiento de los potenciales votantes, ha causado una grave crisis de legitimidad de la Comisión Ejecutiva que solo podrá ser enfrentada con más democracia y transparencia. O con los tanques, como se pretendió durante la Transición democrática española.
Parece que en el Consejo General miran más hacia una nueva Constitución  —Estatutos Generales post-Maximistas— que hacia los tanques de La Brunete. Las cosas, es cierto, están cambiando; si Florentino Pérez Raya quiere jugar a ser Torcuato Fernández Miranda y Diego Ayuso Murillo (secretario general desde hace algo más de un año), a ser Adolfo Suárez, tienen un vasto campo de actuación. Pero mientras no lo hagan, los salvajes seguiremos denunciando.

Y es que, créanme, los salvajes hacemos más por el progreso y las reformas que los remilgados que nos miran, no sé si con prevención o con grima por nuestro poco glamour, mientras miran para otro lado y se ofrecen como salvapatrias sin haber movido antes un solo dedo ni haberse arriesgado a recibir un solo golpe. Les espera honor y reconocimiento porque presentarán como propios los cambios que los salvajes  —asociaciones como ANE, AME, AEA y tantos de a pie que sería imposible citar—  estamos forzando. No les crean a los glamurosos, ni a sus cuentos de hadas cuquis: hay estructuras que solo cambian a hostias.

Y eso es lo que está pasando de manera incipente, pero esperanzadora, con el Consejo General de Enfermería. Que den un paso adelante tendiendo la mano al Colegio de Murcia sería un primer paso explícito, una muestra de buena voluntad.

Disculpen por el lenguaje y por el rollo (y por el poco glamour).