lunes, 18 de julio de 2016

Madrid, 1993

Cuando Máximo Il Dottore González Jurado, presidente desde hacía apenas año y medio del Consejo General de Enfermería (CGE), presentaba el 1 de julio de 1989 el Congreso Mundial de Enfermería que habría de celebrarse en España en junio de 1993, declaraba ufano: "la Enfermería española no volverá a tener una oportunidad así en cien años".


La realidad desmintió su profecía milenarista (centenarista, más bien), ya que el 20 de mayo de 2013, apenas 20 años después de que finalizara el Congreso de Madrid, el Consejo Internacional de Enfermería (CIE) anunciaba que la candidatura española había ganado en las votaciones de las representaciones de sus países miembros a las de Helsinki y Dublín y que nuestro país sería nuevamente anfitrión del congreso cuatrienal que se celebrará entre el 27 de mayo y el 1 junio de 2017 en Barcelona (Dios mediante).

El amable lector pensará enseguida, guiado a medias por la lógica y por la benevolencia, que dicha decisión mayoritaria debió de ser consecuencia del enorme éxito de la organización colegial española en la gestión de aquel evento. Y sin embargo, el Consejo Mundial de Enfermería de 1993, celebrado en Madrid, fue un absoluto desastre.

Hay que recordar en primer lugar que la candidatura que fue elegida durante el Congreso de Seúl de 1989 fue la de Málaga, no la de Madrid. Por razones que nunca se explicaron públicamente, ignoro si se debatió internamente o fue una imposición interesada, el Congreso se celebró finalmente en Madrid.

Desde luego, si fue por razones operativas o logísticas, la decisión no pudo ser más nefasta. Porque el capricho de estrenar el nuevo auditorio del Parque de las Naciones de Ricardo Bofill se pagó bien caro: baste el elocuente titular del diario El País, "Los obreros terminan el Palacio Municipal de Congresos en medio de 10.000 enfermeras".

Detallaba algo más, en declaraciones al diario, el entonces secretario general de la organización enfermera, Luis Ricardo Rodríguez:
"El teléfono ha estado bloqueado hasta el miércoles, la limpieza ha sido muy deficiente y aún hay polvo de obra, los empleados y las cafeterías han sido insuficientes, había tazas sueltas en los baños, las salas no tenían cortinas para poder proyectar audiovisuales, la capacidad de los auditorios es raquítica, el menú más económico cuesta 1.500 pesetas..."
Aunque se anunció la participación de 20.000 enfermeras, los datos oficiales redujeron el número de asistentes a la mitad y finalmente el portavoz del Congreso reconoció que no había más de 7.000 asistentes inscritos.

En cuanto a la organización... probablemente el término "caos" no resulte en este caso hiperbólico. Les enlazo la crónica que realizó un colegiado barcelonés en la revista del COIB para que saquen sus conclusiones. Como está en catalán (y aunque con un poco de esfuerzo los no catalanohablantes podemos entenderla, animo a que lo intenten) les resumo un poco la crónica: colas para todo y de tres en tres; errores en las tarjetas de acreditación (entre otras cosas en vez de poner España en el campo "País" ponía Madrid... aunque fueras "nacional" de Burgos o Melilla); certificados de ponentes equivocados, repartidos a tutiplén; cobro arbitrario de cuotas de inscripción a los rezagados con rebajas no reglamentarias; pitada sonora incentivada al Ministro de Sanidad durante su discurso protocolario, delante del resto de autoridades; salas sin aforo suficiente que dejaban fuera a decenas o cientos de asistentes; traducción simultánea que finalizaba, por contrato, a las seis de la tarde... a pesar de que las sesiones acababan una hora más tarde, a las siete. En fin, un verdadero despropósito, una descomunal falta de consideración.

Y como guinda, Il Dottore, más bonito que un San Luis, vestido con una elegante blazier color granate, por lo que con frecuencia le confundían con el jefe de azafatas, y al que alguno (que le reconoció a pesar del disfraz) quiso pegar ante el enervante acúmulo de despropósitos.



La imagen que se transmitió al mundo debió ser de traca. Pero, por lo que se ve los malos recuerdos no duran mucho, al menos para los jerifaltes de muchas organizaciones enfermeras. O quizás es que no duran tanto en sus poltronas como Il Dottore y nadie se acuerda ya de aquel desastre (menos aún si es el candidato quien dirige la tesis del teórico guardián de esa memoria, el CEO del CIE Mr. David C. Benton, a pesar de presentar la tesis en su su auto-reconocido "rudimentario español").


Pero lo peor no fue lo visible. Como decía Saint-Exupéry, "lo esencial es invisible a los ojos". O se intenta que lo sea. Lo malo es que finalmente se descubrió qué era exactamente "lo esencial". O sea, lo vieron los auditores del CIE ante la insoportable evidencia de que, por primera (y última) vez en su historia, que se sepa, el Congreso había generado pérdidas, en vez de ganancias. Es más que sabido que los congresos profesionales son una de las principales fuentes de financiación de las organizadores convocantes, que si pensaran en la mera posibilidad de palmar pasta ni se les ocurriría hacerlo. Congreso Mundial + pérdidas financieras, hasta ese momento, era un oxímoron, especialmente si tenemos en cuenta que la cuota de inscripción ordinaria, a precios de 2016 (*), estaba en torno a los 400-500 euros.

(*) En la entrada uso la equivalencia pesetas-euros oficial (1€ = 166,39 ptas) y actualizo según la inflación oficial (INE) 1993-2016, aproximadamente el 80%.

De ahí que lo suyo hubiera sido pensar que el verdadero oxímoron para las organizaciones que tan generosamente lubrican los presupuestos del CIE sería, en adelante, Congreso Mundial + España, al menos mientras siguieran al mando los mismo manazas.

Pero es que no se trató solo de una chapuza...

...porque a pesar de que en primera instancia el CGE informó al CIE de unas pérdidas de 1,3 millones de pesetas (14.000 euros, a precios de hoy), la auditoría del CIE situó ese déficit en más de 75 millones (exactamente, 75.667.486 de pesetas; más de 800.000 euros)...

...aunque la peor noticia estaba por llegar: el auditor del CIE (KPMG) concluye que el informe de la auditora del CGE (Audisur) es pura basura. En su informe fechado el 1 de julio de 1994 y firmado por David College, podemos leer:

"El examen de las cuentas de Audisur es incompleto y no pueden extraerse conclusiones (...) Existen significativos problemas internos de control [como que] no existe documentación que confirme algunos pagos hechos [o que] no todos los movimientos de efectivo pueden ser justificados (...) Audisur no pudo (parece que no se le permitió) revisar datos para avalar ingresos registrados [ni] verificar documentación de cargos del Comité Organizador por 42.289.787 pesetas (...) Existen algunas serias deficiencias respecto a impuestos (...) Esto indica que debe haber deudas sin registrar, que pueden incrementar más el déficit (...) Adosamos un análisis numérico de los cambios del informe original al informe final donde hemos resumido el total de gastos que Audisur no pudo conciliar con la documentación que la justifique. Un total de 124.000.000 ptas. están sin justificar".

Es decir, que no se habían contabilizado, permanecían sin justificar y resultaba imposible conocer el destino de 123.943.613 pesetas, a precios de hoy nada menos que 1.300.000 euros.

A la vista de la delicada situación y dado que ante la falta de documentación contable la única alternativa de resolución era de carácter judicial (o sea, un escándalo monumental y una enorme dilación, dado el funcionamiento de la justicia española), el Comité de Planificación y Finanzas del CIE, reunido el 14 y 15 de octubre de 1994 acepta la siguiente propuesta presentada por M. Styles:

"Reconociendo que el informe de los auditores de KPMG, del CIE, del 6 de octubre de 1994 ha concluido en que no pueden conducir una auditoría aceptable bajo los estándares internacionales de auditorías debido a la falta de significativa documentación.
Y reconociendo que es necesario cerrar las cuentas del Congreso y llegar a un acuerdo financiero con la Asociación Española de Enfermeras lo antes posible, de manera que el CIE pueda completar su presupuesto para futuros planes.
Y reconociendo que, en carta fechada el 3 de octubre de 1994, el Consejo General de la Asociación Española de Enfermeras ha ofrecido, en el interés de mantener la solidaridad y apoyo al CIE, sus programas y sus asociaciones miembros:
    • Asumir el 100% de las pérdidas del Congreso.
    • Reintegrar en su totalidad el importe total adelantado por el CIE para los gastos del Congreso; este reintegro se hará en tres pagos: 1994 (34%), 1995 (33%), 1996 (33%), asegurado con una garantía bancaria por importe total de 565.186 francos suizos [unos 530.000 euros, a precios de hoy].
La Junta Directiva aceptó tal acuerdo, con la condición firmada por la Asociación Española de Enfermeras de absolver al CIE de cualquier otra deuda financiera en la que puede haberse incurrido o desvelarse con relación al Congreso de 1993."

Dicho en román paladino, no solo se acepta pagar el 100% de las pérdidas (76 millones de pesetas; 820.000 euros a precios de hoy), sino que se exime al CIE de asumir su parte de las pérdidas (27%) y se le devuelve todo el dinero adelantado (45 millones de pesetas; 490.000 euros). Por tanto, "en el interés de mantener la solidaridad y apoyo al CIE", el Consejo General de Enfermería, cuyo presupuesto procede en un 99,8%, vía aportaciones colegiales, de las cuotas que pagan las enfermeras y enfermeros españoles, asume una deuda de 120 millones de pesetas (1,3 millones de euros a precios de hoy) para compensar esos fondos desaparecidos que, siguiendo los principios de la termodinámica financiera, no sea crean ni se destruyen, solo... cambian de manos, vaya usted a saber cuáles.


Por cierto, y sin que insinúe que existe relación de causa-efecto, Dios no me lo permita, apenas cuatro meses después de acabar el Congreso Mundial, el 1 de noviembre, el Consejo General de Enfermería deja su sede de la calle Buen Suceso, con sus modestos 140 m2, (cuya propiedad mantiene hasta hoy como archivo, convenientemente cerrada y hasta parcial, selectiva y providencialmente inundada en 2011 cuando el juez exigió cierta documentación... pero esa es otra y "hoy no toca") y se traslada al barrio de Salamanca, a un local de 1.100 m2, con salón de actos y tres aulas docentes.

Otro "por cierto", se lleva al mismo local a la Escuela de Especialización en Ciencias de la Salud, pese a no ser del Consejo, sino de una fundación privada (Fundación Enfermería y Sociedad) en la que participan el CGE y el Colegio de Madrid, así como sus respectivos presidentes, eso sí, como personas físicas, es decir, como "particulares".

Y un último "por cierto", la susodicha Escuela, hasta ese momento se ubicaba en un piso de la Cuesta de Santo Domingo 6 (2º derecha), justo donde tiene hoy su sede central y autonómica el Sindicato de Enfermería-Satse. ¡Qué pequeño es el mundo!

En fin que tras estos antecedentes gloriosos no dejan de resultar curiosas estas dos decisiones: la del CGE de volver a presentar su candidatura (hay que tener mucho morro) y la del CIE de respaldarla (hay que tener, o poco seso o aún más morro). Yo, que todo lo que deseo es que el Congreso sea un enorme éxito de crítica y público, me mantendré estos 312 días con los dedos cruzados. Mientras el cuerpo aguante.




Aclaración legal.- Como es lógico, todos los datos y afirmaciones están extraídos de documentos oficiales (a disposición de quien pueda solicitar comprobación) y me he limitado a narrarlos de la manera más objetiva posible. Mi opinión y análisis, de momento, me los guardo.


2 comentarios:

  1. Sin palabras Juan... Sólo te digo, que un millón y medio de euros es una minucia en un presupuesto como el de la organización colegial de enfermería. A vistas del poder adquisitivo de una enfermera de trinchera, es un escándalo si le importa se algo el tema, pero en los ámbitos de gobierno enfermero, alejados de la realidad de la profesión, encaramados en su atril de superioridad, es calderilla. Y por supuesto, no tienen obligación de dar cuentas a nadie.

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  2. Sin palabras Juan... Sólo te digo, que un millón y medio de euros es una minucia en un presupuesto como el de la organización colegial de enfermería. A vistas del poder adquisitivo de una enfermera de trinchera, es un escándalo si le importa se algo el tema, pero en los ámbitos de gobierno enfermero, alejados de la realidad de la profesión, encaramados en su atril de superioridad, es calderilla. Y por supuesto, no tienen obligación de dar cuentas a nadie.

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