viernes, 11 de septiembre de 2015

Sociedades científicas y actividades alimenticias

Es todo un clásico entre los más afamados actores y artistas de todo pelaje distinguir entre sus trabajos "artísticos" y sus, menos brillantes, a veces realmente humillantes, producciones "alimenticias". Como también entre ilustres deportistas, a quienes no les importa salir en gayumbos o con cara de memo en anuncios "alimenticios". Por no hablar de periodistas que, tras haberse curtido en trabajos dignos, probablemente no muy bien pagados, deciden que ha llegado el momento de aceptar encargos "alimenticios" en los que no existen límites éticos ni estéticos.

jueves, 10 de septiembre de 2015

En mi 'blog de guerrilla': Supremacismo en el siglo XXI

Como algún lector probablemente sepa, cuando quiero escribir sobre determinada "gente" cuya sola mención creo que mancillaría este querido blog y que probablemente no volverán a aparecer porque son anecdóticos, acudo a mi 'blog de guerrilla'. Escrito en otro formato (Medium) y más de trinchera, para posts rápidos, resulta muy práctico y preserva este entorno ecológico de inmundicias. Al menos de inmundicias ocasionales.

Hoy, en mi 'blog de guerilla' he escrito sobre un tipo (médico, por cierto) que ha depuesto en un diario digital un artículo "de opinión" ridiculizando el nombramiento de un enfermero como director provincial de Sanidad de una Comunidad Autónoma. Si le interesa, puede leerla pinchando sobre este enlace.


martes, 8 de septiembre de 2015

Lectura de verano: historia de una enfermera (XXIV)

Capítulo IX
Aurora en la administracion: lecciones aprendidas (2)
Si es nuevo en la serie, disfrute la primera temporada completa
Si se perdió las entregas anteriores de esta segunda temporada aquí las tiene:
Primera Segunda Tercera Cuarta Quinta Sexta

- ¿Por qué crees que estás tan mal considerado en la unidad?
- Porque paso bastante, me llevo bien con la gente pero le echo un poco de morro…
- Y eso, ¿por qué?
- Me aburre el trabajo y me fastidia la supervisora, está en guerra conmigo desde el mismo día que entré en la unidad. Me gustaría tener otro trabajo más creativo y diverso o más… no sé… menos físico, con más retos profesionales… Esto es a, b, c...
- ¿Por qué crees que te aburre este trabajo?
- ¿Sinceramente? No me gustan los viejos, no me gusta cómo huelen, cómo finjen que chochean para tratar de engañarte, cómo esperan todo el rato que les des sus caprichos y gritan cuando no vas al minuto… No me gusta el escaqueo sistemático de los familiares, a fin de cuenta el problema es suyo… La verdad, no es que me aburra, es que no me gusta, lo aborrezco.
- ¿Por qué crees que aborreces tanto a los viejos?
- He perdido mi alma enfermera [jejeje, risa nerviosa], ya no me gusta mi profesión… Es un completo suplicio venir cada día, me afecta ya en mi vida personal, con mi mujer y los niños… Me gustaría saber dedicarme a otras cosas pero tengo claro que lo único que sé hacer es esto, no valgo para nada más ni tengo fuerza de voluntad para estudiar otra cosa. Así que es un suplicio saber que tendré que estar al menos 20 años en esta mierda de profesión.
- ¿Y por qué crees que aborreces tanto tu profesión?
- A ver… Yo pedí el traslado aquí porque es un sitio mucho más tranquilo que la planta de Trauma del hospital en la que trabajaba. Esto es muy, muy tranquilo, el turno de noches es fijo, así que no te toca cada tres semanas, todo está súperpautado y el trabajo duro lo hacen las auxiliares, para qué engañarse… que sacrifiqué mi alma enfermera, si es que algo así existe, en el altar de la comodidad, pero, créeme, estaba agotado, llevaba 11 años con noches, festivos, navidades… Tenía ya dos hijos que también agotan al más pintado, mi situación laboral exigía un poco más de orden y me busqué la vida: quise ir a primaria pero en el concurso de traslados no tenía los puntos suficientes ni de coña, había un montón de viejas que suspiraban por prejubilarse ahí…
Así que aterricé aquí, que no quiere venir casi nadie con plaza fija. Y ahora añoro mi complicada y atroz planta de Traumatología. Allí era enfermero, me enfrentaba a toda clase de incidencias y retos, tanto de los pacientes, muy variados y con problemas que obligaban a pensar y planificar, como de los cabrones de los médicos que solo pensaban en cómo quedar por encima de ti, de aplastarte para que reconocieras por fin que no eras más que su ayudante o su secretaria, que lo tuyo era un oficio, no una profesión como la suya; había que ser bueno para que te respetaran. Y yo lo era, era muy muy bueno, Aurora. Y me respetaban. Allí era un luchador, pero aquí soy una especie de autómata, un auxiliar bien pagado. Odio este sitio pero estoy encadenado a él mientras no tenga puntos suficientes para irme a primaria. Y calculo que aún me quedan cinco o seis años, joder...

En fin, Juan, aquello fue la gota que colmó el vaso. Me di cuenta de que no tenía recursos para solucionar situaciones gravemente dañinas para todos. Y decidí regresar a lo que sé hacer, creo que muy bien: atender a las personas.

Ye te iré contando... Besos,
Aurora 

FIN DE LA SEGUNDA TEMPORADA





lunes, 7 de septiembre de 2015

Lectura de verano: historia de una enfermera (XXIII)

Capítulo IX
Aurora en la administracion: lecciones aprendidas (1)
Si es nuevo en la serie, disfrute la primera temporada completa
Si se perdió las entregas anteriores de esta segunda temporada aquí las tiene Primera Segunda Tercera Cuarta Quinta

Incluso, fíjate, aprendes a entender un poco más a los pasotas, happyflowers y demás fauna “disfuncional” que tanto nos irrita cuando compartimos control o sala. Muchos han intentado modificar sus conductas mediante la persuasión, la exhortación, el palo y la zanahoria. Y han fracasado una y otra vez, por lo que finalmente se les pone la etiqueta de “irrecuperables” y el principal objetivo es que fastidien lo menos posible.
No se dan cuenta de que no es posible modificar –al menos de manera que persista en el tiempo– conductas, si no se modifican antes actitudes; y ahí no se trabaja, sigue vigente una concepción primitiva de tipo pavloviano condenada al fracaso.
Me niego a creer que haya chicas y chicos de 20 años con tan mala baba que se decidan a estudiar enfermería para putear a los pacientes, a sus compañeros y al "sistema". A ver, alguno habrá con un gran "crujido mental" de este tipo, pero creo absolutamente que no es así de manera significativa. Luego habrá que pensar que en la generación de "disfuncionales" y "anómicos" tendrá mucho que ver la interrelación persona-sistema, ¿no? Durante su socialización en el pregrado (fun-da-men-tal) y durante su primera experiencia laboral. Ya sé, ya sé... el sistema no se va a adaptar a las peculiaridades de cada uno de sus trabajadores, faltaría más, pero sí hay que decir que culpar en exclusiva a las personas de su evolución a lo largo del sistema no es sino engañarse. La micro-gestión era entonces una porquería amateur en manos de enchufados-jetas o pardillos-voluntaristas y me gustaría pensar que hoy en día ya no es así... pero no estoy muy segura.
Cuando te acercas “desde fuera” y aplicas el famoso método de los cinco porqués, en un entorno íntimo y seguro, sorprende la cantidad de información que extraes.
Te voy a contar una historia real: Moisés, 39 años, 16 de profesión. Llevaba cuatro años en un centro de media y larga estancia. Desde que llegó había seguido una evolución muy negativa en cuanto a esfuerzo y rendimiento que le había llevado a ser una grave fuente de conflictos en la unidad, no tanto en el plano relacional con los compañeros, como por parte de la supervisora, harta de aguantar las quejas de médicos, de auxiliares  a las enfermeras las camela bien–  y de familiares de pacientes:


sábado, 5 de septiembre de 2015

Lectura de verano: historia de una enfermera (XXII)

Capítulo VIII
Aurora en la administracion (5)
Si es nuevo en la serie, disfrute la primera temporada completa
Si se perdió las entregas anteriores de esta segunda temporada aquí las tiene Primera Segunda Tercera Cuarta

Aún me quedé unos meses, casi casi un año, mareando la perdiz, hasta que pedí volver a la clínica. Por lo que vi, podría haberme quedado, no sé si toda la vida, pero desde luego unos cuantos años más viviendo del cuento; se me hizo algún encargo concreto, más bien de documentación o de redacción de discursos y preparación de powerpoints para los jefes y para la enfermera alfa, preparé algunas cosas mías para congresos, participé en un par de mesas redondas... y poco más.
¿Mi experiencia en “La Administración”, ese ámbito profesional difuso que no es exactamente gestor, tampoco directivo? Agridulce. Yo diría que un balance personal más positivo que negativo, a pesar de los vividorazos que encuentran aquí su sustrato perfecto, y que incluso lo negativo ha acabado teniendo algunos efectos positivos en mi manera de ver las cosas.
Aprendí un montón. A ver… No aprendí “cosas” concretas que me sirvieran luego para empezar a hacer mejor las "cosas" de siempre o hacer “cosas” nuevas, pero sí me dio una cierta madurez intelectual, una manera diferente de mirar las cosas, incluso, fíjate Juan, aprendí a mirar la enfermería desde fuera, eso que tú siempre dices que es tu principal ventaja.
Cuando te acercas a otras enfermeras, a mirar lo que hacen y cómo lo hacen (y lo que no hacen y por qué no lo hacen), no con ojos de compañera o de jefa, sino de “investigador”, entiendes muchas cosas que antes no entendías. El enorme mérito que se esconde en pequeñas tareas que pasan desapercibidas pero que esconden una actitud firme y entregada: la grandeza de lo pequeño y cotidiano. Todo eso que se reserva dentro del "equipo" y que nosotras mismas no valoramos porque forman parte de “lo de cada día” y que, por tanto, no enseñamos a valorar y apreciar fuera de nuestro pequeño mundo.
Entre otras cosas, los "marrones", de los que no se trata solo de salir como mejor se pueda para uno/a mismo/a  algo muy de médicos si se me permite, la famosa "teoría del browning", sino de salir solidariamente, tratando de fijar soluciones para que el resto del equipo no caiga otra vez en las trampas que todos (¡todos!) los demás nos ponen para zafarse de sus propias responsabilidades. (¡Tu calidad de vida al respecto depende mucho de la supervisora con la que cuentas como presa de contención!). Empezando por los médicos, como ya he dicho, pero siguiendo con los administrativos, sobre todo de Admisión, Urgencias y Archivo, y acabando con los celadores, pinches y demás fauna parasanitaria, que son como los pimientos de padrón: unos pican y otros no. Si no pican... bueno, tienen una gran capacidad para hacerte la vida muuuuy difícil y el turno muuuuy largo, parece mentira pero es así.
Caso aparte en esta estrategia escapista son los familiares de los pacientes, pero a fin de cuentas estos no cobran, sino que son, como se hartan de racalcar para reforzar sus tácticas egoístas, en muchos casos legítimamente porque están simplemente agotados, quienes "me pagan el sueldo".
Luego hay quien dice que no podemos ocupar posiciones de responsabilidad gestora... Ningún estamento como la enfermería está tan habituada a hacer gestión en su día a día asistencial. Y en general, saliendo airosos, solucionando los problemas y tapando las carencias y vergüenzas ajenas.
Ay, perdona, Juan... aquí ya he mezclado lo objetivo con lo subjetivo, se me va la pinza... Mañana trataré de subsanarlo.


viernes, 4 de septiembre de 2015

Lectura de verano: historia de una enfermera (XXI)

Capítulo VIII
Aurora en la administracion (4)
Si es nuevo en la serie, disfrute la primera temporada completa
Si se perdió las entregas anteriores de esta segunda temporada aquí las tiene Primera Segunda  y Tercera


El equipo de la dirección general ha revisado todo el material y lo primero que tengo que hacer es daros la enhorabuena por el trabajo realizado. Es una gozada poder haber reunido tanta materia gris, personas tan capacitadas, blablabla...
Lo único, sin duda culpa nuestra eh… quizás no lo explicitamos de manera clara al comienzo, claro… es que el desarrollo de algunas de las propuestas del documento, eh… implicaría unos costes que, por lo que nos comenta el director general económico de la Consejería, eh… tal vez… bueno, no tal vez, seguramente… eh… no sería fácil… bueno, sería imposible de presupuestar en un entorno financiero restrictivo blablabla...
En nuestra opinión, en esto está de acuerdo el Consejero, eh… creo… creemos que habría que pulir algunas de estas propuestas, ahora lo comentan los técnicos de la dirección general más en detalle… habría que someter a debate público, estamos en una sociedad democrática, las propuestas definitivas que salgan adelante.
Así que publicaremos y presentaremos el documento.. un libro… lo pasaremos a los agentes sociales y a los medios de comunicación para el debate… como he dicho… y daremos un plazo razonable para que podamos incorporar las propuestas… eh… razonables y presupuestariamente… eso... razonables… eh… y prepararemos un documento de amplio consenso que la Consejería… el Consejero pueda presentar al Consejo de Gobierno, eh… para que este nos autorice a preparar un proyecto de ley que en un plazo razonable pueda ser presentado a la Asamblea Regional para su debate, eh… tal vez en la Comisión de Sanidad… probablemente… presentado, claro, a los medios de comunicación con el énfasis que un trabajo tan riguroso se merece y… eh… que al tiempo sea un refuerzo de nuestra política sanitaria progresista y del equipo de la Consejería”.
O sea, que lo que querían era un libro para que, como sucedió un par de meses después, el consejero y el propio director general salieran en la televisión y prensa locales, en la prensa sanitaria y la sección de sanidad de algunos periódicos de ámbito nacional. Y en algún que otro congreso sanitario. Punto.

¡Un puto libro!, perdón por la licencia...


jueves, 3 de septiembre de 2015

Lectura de verano: historia de una enfermera (XX)

Capítulo VIII
Aurora en la administracion (3)
Si es nuevo en la serie, disfrute la primera temporada completa
Si se perdió las entregas anteriores de esta segunda temporada puede recuperar aquí la primera entrega y aquí la segunda 

Lunes, 17 de febrero de 1997.
Jueves, 17.00 horas de la tarde. Grupo de Trabajo de sistemas de información en cuidados crónicos. Nueve asistentes: tres médicos de la dirección de Planificación; el subdirector general de organización y métodos; una trabajadora social, un geriatra y un tercero sin perfil conocido; un psicólogo clínico; un informático (creo); un asesor jurídico (sí, un abogado); y dos enfermeras, una servidora entre ellas. La otra enfermera era subdirectora asistencial de un hospital de media y larga estancia. Para mí, la única que realmente sabía algo de entre todos todos nosotros. O al menos así me lo pareció... después de descartar que muchos de los otros tuvieran la más mínima idea sobre el tema (y percibir claramente que, además, les habían llevado allí a rastras, como para hacer bulto).
¿Café, alguien? Agua tenéis en la mesa auxiliar... Estamos a la espera del director general, que se ha mostrado muy interesado en venir a conoceros y en dar su visión sobre el magnífico trabajo que estáis realizando. También podréis preguntarnos todo aquello sobre lo que tengáis dudas y luego mantendremos un debate para ver cómo podemos encauzar mejor los resultados intermedios que estamos obteniendo. Eh... ¿café, alguien más?”.
Tras 20 minutos de espera aparece el gurú, mediana edad (unos 50), cara de listo, feo como un diablo pero encantado de haberse conocido. Sonrisa forzada pero que él ensaya para que quede cercana. Viste a medias entre formal e informal (americana y corbata aflojada con chaleco de punto y mocasines; no te lo vas a creer, pero los calcetines eran blancos, lo juro).
Nos pregunta a aquellos a quienes no nos conoce nuestra filiación profesional-administrativa y nos dice “encantado” y “gracias” a todos y cada uno. Bebe café, bebe agua y empieza a hablar.
Te juro, Juan, que en ese exacto momento sentí que aquello no tenía buena pinta...


miércoles, 2 de septiembre de 2015

Lectura de verano: Historia de una enfermera (XIX)

Capítulo VIII
Aurora en la administracion (2)
Si es nuevo en la serie, disfrute la primera temporada completa
Si se perdió la entrega de ayer puede recuperarla aquí antes de seguir 


Dieron comienzo los trabajos. Visitas a centros sociosanitarios, hospitales de media y larga estancia, unidades de cuidados paliativos, una breve visita a dos hospitales de diputaciones provinciales de otras comunidades autónomas donde se estaban desarrollando interesantes experiencias (y se comía un magnífico cochinillo) y mucho trabajo de despacho, cuestionarios que enviar y recibir, bibliografía y documentación que revisar, subrayar y resumir en fichas... Semanas y semanas de trabajo bonito, creativo, tareas en la cual la mayoría de nosotras, las enfermeras, aprendimos más de lo que aportamos.
Los resultados intermedios que íbamos obteniendo los trasladaba nuestra Coordinadora a los plenarios con las diferentes unidades directivas del Servicio de Salud. Lo que en esas reuniones sucediera quedaba absolutamente fuera de nuestro alcance. El feedback era absolutamente inexistente. Siempre había ido "todo muy bien", lo cual nos tranquilizaba mucho.
Y llegó el momento de empezar a dar forma al documento definitivo, para lo cual habría que crear varias comisiones mixtas; así que había llegado el momento de confrontar todo lo que aprendimos sobre enfermería sociosanitaria con el resto de la organización.
Un desastre. Sin paliativos (ni cuidados, ni de los otros). Pongo un ejemplo y resumo en él el resto de las surrealistas comisiones mixtas... así como el resultado final de todo esto.




martes, 1 de septiembre de 2015

Lectura de verano: historia de una enfermera (XVIII)

Capítulo VIII
Aurora en la administracion (1)
Tras el paréntesis de agosto, continuamos con la temporada 2.
Si es nuevo en la serie, disfrute la primera temporada completa

En el año 1994 mi vida profesional se volvió de lo más estimulante: me invitaron a incorporarme en comisión de servicios, “durante un período no inferior a seis meses ni superior a un año” (aunque al final duró casi dos años y medio), a los Servicios Centrales de la Consejería de Salud como asesora para la estrategia de asistencia sociosanitaria que se estaba diseñando.
No lo entendí muy bien, ya que entonces mi experiencia práctica sobre el tema era muy limitada, pero pensé que era un orgullo, y muy necesario, que contaran con enfermeras a la hora de diseñar estos programas. En aquellos momentos, había salido como alma que lleva el diablo de hemodiálisis y llevaba un año y medio en la Unidad del Dolor. Morfina, cáncer, viejos, paliativos... “¡sociosanitario total!”, debió ser el endeble esquema mental de un(os) valedor(es) que sinceramente nunca llegué a saber quién(es) fue(ron).
Tras algunos papeleos que se demoraron “lo normal”, aterricé en la Consejería después del verano de 1994. Me incorporé a un reducido grupo de enfermeras procedentes, como yo, del ámbito asistencial, a excepción de nuestra Coordinadora, una enfermera más o menos de mi edad que tuvo el buen juicio de aprobar una de las últimas oposiciones de enfermera de Asistencia Pública Domiciliaria, los famosos APD (*). A hombros de buenos padrinos y/o madrinas, duró en la asistencia menos que un iPhone6 en la puerta de la SGAE... Así llevaba desde 1983 o 1984, primero en el Ministerio, después en la Escuela Nacional de Sanidad, de vuelta al Ministerio, luego en la Consejería de Sanidad de Castilla-La Mancha, una breve incursión en la Dirección de Enfermería del Hospital Carlos III (entonces, creo recordar, "Hospital del Rey") y finalmente en la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid.
Ella era, en estos entornos gubernamentales, la voz de la enfermería “progresista” nacional. En realidad, como entendí al poco de empezar a trabajar con ella, la enfermería era una buena disculpa para alguien que no aspiraba a grandes responsabilidades políticas ni técnicas, sino más bien a vivir del cuento con un perfil bajo, como se dice ahora. Un discurso absolutamente oxidado y estereotipado que, no obstante, era recompensado con grandes aplausos allí donde le dejaban evacuarlo, gracias al "nena, tú vales mucho" con que salpicaba su discurso para dar una pequeña satisfacción emocional al sufriente auditorio enfermero. Y, eso sí, claro, un sueldito, con unos complementos de productividad y trienios crecientes; un despachito; congresos y comisiones mixtas de transferencias para viajar algo; gente a la que mangonear y con la cual firmar los artículos que escribíamos todas menos ella... Todo un personaje.
Lo malo es que daba el perfil de lo que los organismos públicos podrían esperar de las enfermeras, algo tan injusto como inevitable: ella era La Enfermería, así con mayúsculas y en negrita. No era una gran intelectual ni tenía una gran preparación técnica, pero era lista, obsequiosa y obediente. Y tenía buen ojo no lo digo por mí, malpensado, no soy tan fatua  para rodearse de gente que supliera sus (importantes) carencias.
(Creo que unos años después aterrizó en el Ministerio, donde ha vuelto a tener estos últimos años una gran presencia, metamorfoseada en esta época mariana como la voz de la enfermería "técnica". En fin...)

(*) En realidad ATS/DUE Titulares [nota del revisor].