[Ver la primera parte pinchando en este enlace y la segunda, en este otro]
Capítulo II (2)
Ser enfermera en la España de los ochenta: el Colegio.
La
Presidenta del Colegio era una persona fascinante, alguien
a quien respetábamos y admirábamos; unos
diez o doce años
mayor que nosotras (o sea
mayor),
había sido muy conocida en los últimos años del franquismo y primeros del
posfranquismo, por
protagonizar, junto con algunas otras enfermeras, médicos
residentes y otro personal, encierros y asambleas contra
las políticas educativa y sanitaria del Gobierno y otras historias más directamente políticas.
A
principios de los años 70, esta
y otras compañeras decidieron tomar los colegios franquistas y
convertirlos en organizaciones al servicio de la lucha por la democracia. Ganaron por una gran mayoría, echaron a muchos de los
burócratas que
se habían parapetado en el colegio, procedentes del
Movimiento y del Sindicato
Vertical y empezaron a
cambiar algunas cosas importantes.
Esta, que te contaba en la anterior entrega, de las bolsas de empleo públicas y transparentes fue una de ellas,
pero también empezaron a
hablarnos
de una enfermería totalmente distinta de la que me habían hablado
en la Escuela, una enfermería, como en otros países europeos,
convertida en profesión independiente con conocimientos propios y no
como la de nuestra época, meras subordinadas, entre secretarias y
auxiliares, del médico, a
veces limpiadoras o pinches o simples chachas,
incapaces de tener voz propia y de expresar nuestras ideas sobre
otras formas mejores de hacer nuestro trabajo y
de atender a los pacientes.
En
aquellos primeros '80, como he contado antes (ya sé que tú lo sabes mejor que yo, Juan; lo hago por si algún día publicas esto y hay gente joven que quiere tragarse este rollo), había accedido
al poder el primer Gobierno socialista. Aquella experiencia fue al
principio fantástica en lo profesional, pero no tanto en lo laboral.
Lo que unos años después empezaría a denominarse Sistema Nacional
de Salud [SNS] había crecido en los últimos 15
años de una manera
extraordinaria; no solo la construcción en
los '60 y primeros '70 de los
grandes hospitales-emblema, como La Paz,
La Fe, Virgen
del Rocío, Juan
Canalejo, Cruces,
Bellvitge, Puerta
de Hierro... sino también porque
se empezaban a abrir hospitales de 300 o 400 camas en muchas pequeñas
capitales de provincia donde
solo existían vetustas clínicas de la Diputación, el
Ayuntamiento, Cruz Roja, la Iglesia Católica... El mío fue uno de ellos.
A
partir de entonces, la cosa,
como que se desenfrenó para la Enfermería. No sé si hubo una
conjunción astral o
la lámpara de Florence iluminando conciencias e inteligencias…
O,
más simple: dado que la
Clase Médica fue un
estamento absolutamente cómplice durante los 40 años de franquismo,
donde se le permitieron toda
clase de corruptelas y corrupciones, y totalmente enfrentado a los
intentos regeneradores durante la transición (exceptuando a las
nuevas camadas de MIR
y adjuntos más jóvenes, estamentos muy alejados -como nos pasa
ahora a las enfermeras, qué curioso- de los órganos políticos con capacidad real de negociación de la profesión),
fue puesta bajo sospecha por los socialistas: tardó al menos 10 años
más en empezar
su proceso de regeneración/depuración corporativa (y otros diez más en completarlo), durante los cuales una enfermería
emergente, progresista y entusiasta, con ganas de comerse el mundo, sirvió de leal apoyo profesional a los
primeros gobiernos socialistas. Que fueron, al menos al principio, agradecidos.
Entonces
no nos enteramos mucho, porque los árboles (laborales) de la fuerte
crisis económica de los primeros ochenta nos impidieron ver el bosque (profesional) de los años de progreso. Pero lo cierto es que en
solo seis o siete años, la situación de la enfermería había dado
un enorme vuelco.
Y no menos cierto que el Colegio era entonces, con sus -crecientes- defectos y sus -menguantes- virtudes, una fuerza benigna que nos ayudó enormemente a salir adelante como profesión, una especie de Cúpula bajo la cual refugiarse frente a las tarascadas médicas y las agresiones políticas.
Luego, todo esto se estropeó. Perdón: lo estropearon, unos por pasiva, otros por activa...
Ya llegaré a eso, Juan, aunque tú conoces bien la historia, sin duda mejor que yo.
Luego, todo esto se estropeó. Perdón: lo estropearon, unos por pasiva, otros por activa...
Ya llegaré a eso, Juan, aunque tú conoces bien la historia, sin duda mejor que yo.
[Próxima entrega del Capítulo: "El lustro de oro"]
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