jueves, 23 de julio de 2015

Lectura de verano: historia de una enfermera (X)

Capítulo V
El corazón de la enfermería (2)


(...) Pasa visita el médico. Tienes que estar al loro y revisar nuevamente todo lo que haya escrito en la pauta de diálisis para hacer los cambios, tanto en la programación de la máquina como en su medicación. Le explicas al paciente lo que proceda. O a la familia, que teniendo en cuenta que una gran parte son ancianos que no se enteran de nada... esa es otra tarea. Entre todo esto, hablas con tus pacientes: si su hija ha hecho tal, si su marido cual, si la fístula va bien... Intentas hacer un poco de educación sanitaria en lo que respecta a su enfermedad. O simplemente le dedicas un poco de tu escasísimo tiempo. Si ves algo raro, intentas hablar con la familia, o con el trabajador social. Cada vez que pasas por su lado, le llamas por su nombre para comprobar que "sigue en este mundo".

Va pasando la sesión y los pacientes van languideciendo como lechuguillas... Entran (si se puede decir así y con todo mi respeto) tersos y despejados y la máquina les va chupando la vida (aunque sea la que les permite seguir en ella). Están más ojerosos, cansados. Sus caras y su ánimo lo reflejan fielmente. Y las máquinas siguen pitando... Tú sigues rellenando gráficas... Se va acercando la hora de la desconexión, preparas nuevamente el material necesario para volver a montar la máquina, ya que al desconectar al que la ocupa se vuelve a conectar a otro. La sala no para hasta las diez de la noche, si todo va bien (si va mal, sufrirá las consecuencias la enfermera del pool que tendrá que dializar al que quede).

Como has conectado a todos los pacientes a la vez, pues matemáticamente te salen todos a la vez. Así que nuevamente empiezan las carreras... fin de tratamiento, comienza la desconexión, las diabólicas máquinas comienzan nuevamente a pitar. Retornas al paciente con sumo cuidado (no te lo vayas a cargar ahora que lo has dejado seco y relimpio por dentro), le pones la medicación intravenosa pautada y sellas su catéter o desconectas su fístula. Si tienes tiempo le acompañas al peso y comentas como ha ido la sesión. Y hasta pasado mañana...

Inmediatamente comienza la preparación de la sala para los nuevos pacientes que ya están esperando fuera para entrar. Vuelves a montar la máquina, a purgar, a comprobar, a preparar... y entran tus siguientes pacientes... y vuelta a empezar... así hasta que llega el relevo. La enfermera que te da el relevo llega a las tres, le cuentas lo que hay, cómo ha empezado la sesión el paciente al que dejas y si hay cambios... y te vas a tu casa.


[Próximo capítulo: "El corazón de la Enfermería (3)"]


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